Que salgan ahora unos etarras diciendo que no van a asesinar, secuestrar, torturar ni extorsionar más, porque «ha pasado la época», es como si aparece en 1945 un grupo de sicarios de la Gestapo con esa misma historia.
Que, «debido a las circunstancias», declaran su disolución.
Ni mucho menos. Ambas heces de la humanidad fueron combatidas y derrotadas.
No existen más versiones, así hemos de contarlo.
Porque el sufrimiento que causaron no ha de pasar al olvido. Y el orgullo de que la justicia, como brazo de un cuerpo que es la ciudadanía, haya acabado con su crueldad, tampoco.
Recordemos. Con lágrimas, pero recordemos. Por tantos como cayeron, por tantas vidas segadas.
Por nuestra libertad.