martes, 17 de junio de 2025

La locura de Almayer

Portada del libro La locura de Almayer, de Joseph Conrad

Título y autor/a:La locura de Almayer, de Joseph Conrad.
Clave de lectura:Almayer busca una última oportunidad para huir del fracaso.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Primera novela de Conrad, digna de todos los elogios.
Música:Camino de la jungla, de Jerry Goldsmith ♪♪♪

Joseph Conrad no escribe, hace magia. ¿Alguien ha abierto un libro suyo sin sentirse inmediatamente transportado a profundidades malayas, penumbras congoleñas o cualquier otro lugar donde el adjetivo «remoto» merezca tal nombre?

Ambientes donde los europeos, muy seguros de sí mismos, se sumergen para no respirar sino vapores de putrefacción.

El comerciante que presta su nombre a esta historia fue una vez joven, cuando se embarcó con el aventurero capitán Lingard. Y, movido por las expectativas, acabó casándose con su heredera, adoptada tras el abordaje y destrucción de un prao pirata.

El capitán estaba convencido de que el interior de Borneo escondía un gran tesoro, oro y piedras preciosas, pero ninguna expedición guiada por él consiguió encontrarlo, y lo único que pudo legar fue su sueño. Una idea cada vez más imprecisa bajo los contornos de la ginebra y los maderos semipodridos que forman el edificio cuyo destino era ser el centro de un emporio.

Paredes que todos llaman ahora La locura de Almayer.

Así, Almayer va envejeciendo a orillas del Pantai, en compañía de una bruja a quien las leyes consideran esposa, rodeado de árabes y un rajá que, lo sabe bien, tras palabras zalameras solo desea su perdición. Incluso una fragata holandesa le amenaza, en pos de quien vende pólvora a manos rebeldes.

Y ese hombre misterioso, el javanés del kris afilado que posee un bergantín, en quien necesita confiar para que financie una última búsqueda en la tierra de los dayaks, ¿no supondrá el peligro definitivo cuando cruce miradas con Nina, su indómita hija? Todo lo hace por ella, para que pueda caminar por las calles de Ámsterdam sin que nadie se fije en sus rasgos mestizos.

Ya en su primera novela nuestro autor recrea como nadie a los portadores de «la carga del hombre blanco», según expresión de otro ilustre contemporáneo como Kipling.

Representantes de una supuesta supremacía carcomida por dentro. Contagiados de una decadencia que comienza por las personas y se extiende a todo lo que las rodea.

Título digno de todos los elogios.


Almayer siguió con la vista la canoa hasta que salió fuera del espacio alumbrado. Poco después llegó hasta él, a través del río, el murmullo de muchas voces. Vio una hilera de antorchas alzarse bruscamente de la ardiente hoguera e iluminar durante un momento la puerta de la empalizada, rodeada de gente.

viernes, 13 de junio de 2025

Oscuridad. Tiempo

Oscuridad. Tiempo

Ignoro ya qué es luz y qué oscuridad.
El tiempo huye,
No reconozco nada de lo que me rodea.
ha teñido sus ramas de negro
La luz duele, ciega los ojos.
y nos ha abandonado
La oscuridad despierta lágrimas de sanación.
sobre un cristal a nuestra suerte.

lunes, 9 de junio de 2025

La vida pequeña

Portada del libro El arte de la fuga, de J.Á. González Sainz

Título y autor/a:La vida pequeña, de J.Á. González Sainz.
Clave de lectura:Colección de pensamientos a raíz de la pandemia.
Valoración:✮✮✩✩✩
Comentario personal:No consigo apreciarlo.
Música:Fuga del Nerone (a 4 voces), de Pablo Queipo de Llano ♪♪♪

Salvo deshonrosas excepciones, creo en las segundas oportunidades literarias.

Es decir, cuando un libro falla en convencerme por el motivo que sea (o soy yo el que le falla a él), no trazo una equis roja sobre el nombre de quien lo firma. No de manera inmediata.

Merece que busque los trazos de su pluma como mínimo otra vez. E incluso una más, si me siento de verdad el culpable.

Así que vuelvo a J.Á. González Sainz, cuyos autodenominados «caprichos o disparates» de Por así decirlo tan poco me gustaron en su momento. Y el desencuentro se repite en La vida pequeña.

No puedo escudarme en razones obvias, de esas que cualquier censor apoyaría («sí, sí, tienes razón, está mal escrito, es pretencioso, gris, resulta aburrido…»). Qué va, goza de muy buena prensa. Lo que entra en juego es la pura subjetividad: el plano mental del autor y el mío no convergen.

González expone la relación entre la persona y el mundo, puesta a prueba en la pandemia de 2020. Le acompañan en sus meditaciones Rilke, Hölderlin, Montaigne o Thoreau. Subtitula el resultado El arte de la fuga.

Cuando termino de leerlo, me siento encallado. Si me dejara dominar por la maldad, diría que habla de vaguedades, que el discurso es demasiado vaporoso y que, a despecho de la metáfora musical propuesta, la fuga, no distingo el punto de reunión hacia el que se dirigen las voces.

Siguiendo con la analogía, a lo que me recuerda es a una rapsodia, en la que no consigo ni entrar ni centrarme, como he señalado. Mala suerte.

Segunda oportunidad, segundo fracaso. Habrá que esperar si a la tercera…


Cambiar, cambiar de ciudad, de horizontes, de casa o trabajo o compañías, cambiar de costumbres y hasta si es posible de actitudes o bien cambiar de lo que sea pero en cualquier caso cambiar se convierte a veces en una verdadera comezón que no nos deja a sol ni a sombra, cuando no en una necesidad lisa y llana.

jueves, 5 de junio de 2025

Día Mundial del Medio Ambiente (II)

Prohibido aparcar

El cielo se refleja en el mar. El mar acaricia la roca.

La roca protege la tierra. La tierra alimenta al árbol.

El árbol da su oxígeno al cielo. ¿Y yo?

Mojo mis manos, camino, me refugio bajo copas verdes, respiro…

¿Qué puedo aportar a todo esto?


lunes, 2 de junio de 2025

El ladrido

Portada del libro El ladrido, de Óscar Muñiz

Título y autor/a:El ladrido, de Óscar Muñiz.
Clave de lectura:Dos hombres perseguidos y armados irrumpen en casa de Juan.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Novela con muy buen pulso dramático.
Música:La Romería, de Víctor Manuel ♪♪♪

Un labrador talla madreñas. Su mujer y su hija preparan tortas de maíz. La abuela los acompaña junto al fuego… Y el perro comienza a ladrar.

De improviso, un hombre con chaqueta de cuero negro y una metralleta irrumpe en la casa, intimándolos a guardar silencio. Tras asegurarse de que no hay nadie más, llama a su compañero.

Este entra caminando con dificultad. También él empuña un arma, aunque su resolución se ve disminuida por el gesto de dolor. Han cruzado el río huyendo de la Guardia Civil.

Así abre Óscar Muñiz su novela El ladrido.

El Valiente y Mauro son los últimos representantes de aquellos maquis que, desde hace veinte años, cuando la derrota se convirtió en un hecho, han recorrido los montes de Asturias. Bandoleros, según la acusación oficial.

Y de eso viven, de atracos, violencia y muertes que les permitan disponer de fondos para ocultarse en Francia y volver a cruzar de tanto en tanto la frontera.

Aunque la pericia demostrada para sobrevivir a sus perseguidores puede que se tambalee tras el último golpe. No conocen la zona, no saben si tendrán apoyo. Juan, Ramona, Luz, la anciana, han de evitar atraer sospechas mientras el Valiente se repone de su grave enfermedad o… o…

Quizá el dinero ayude, además de los golpes y amenazas: gracias a él, Juan podrá mercar la vaca de Pin el del Ferreru. Y, con algo más (el saco de los intrusos se adivina lleno), pagaría la renta de las tierras del ama, compraría otras propias, ganado de labor, contrataría jornaleros, plantaría eucaliptos…

Ramona, como Lady Macbeth, no deja de incitarle en sus ensueños.

Por su parte, Luz se siente ofendida de que alguien tan peligroso como el Valiente no parezca fijarse en ella, cuando a los demás hombres, incluidos su novio y Mauro, se les nubla la vista ante su presencia.

El pulso narrativo bajo el cual se desarrolla la acción —o la nerviosa inacción— supone el valor más destacado de esta historia.

En efecto, Muñiz «prende la hoguera» desde la primera escena y es tan hábil como para que su llama nunca disminuya de intensidad: bien por él (a despecho de algunas asombrosas faltas de ortografía que amenazan con embarrar el camino).

El thriller presenta otras virtudes: por ejemplo, la descripción del trasfondo en el que ambos huidos se niegan a rendirse. Hay saltos cronológicos hacia los días de furor del 36 o el 37, pero mucho ha cambiado desde entonces. La gente intenta llevar una existencia tranquila, sacar adelante granjas y negocios, y recela de la antigua guerra.

En definitiva, estoy seguro de que no defraudará a ningún potencial lector.


Ante él tiene a Mauro, con la inseparable metralleta al brazo. Mauro que, ahogado ya por la claustrofobia, se aventura a salir fuera de la casa. Es una imprudencia, desde luego: cualquiera que pase no puede menos de extrañar la presencia de un hombre armado.