Título y autor/a: | ¡Vivir!, de Yu Hua. |
Clave de lectura: | El periplo de Fugui en una China de gigantescos cambios. |
Valoración: | ✮✮✮✩✩ |
Comentario personal: | Recomendable para adentrarse en la literatura de este país. |
Música: | El último emperador, de Ryūichi Sakamoto ♪♪♪ |
En ¡Vivir!, novela del chino Yu Hua, el conjunto de desgracias que se abate sobre Fugui y su familia desde los años de guerra civil hasta después de la Revolución Cultural es aceptado por el protagonista con nervio digno de encomio. Aunque, desde una óptica más a occidente, genere algo de incredulidad.
Tras darle vueltas, interpreto que las tradiciones confucianas, según las cuales un miembro de la sociedad debe asumir «el lugar que le toca», incluso sacrificándose individualmente para que el conjunto funcione, impregnan cada paso de los personajes. ¡Jerarquía y orden!
Fugui es el heredero de una familia con tierras y recursos económicos que al principio ve los problemas del mundo desde lo alto.
Ese bienestar se pierde cuando su desmedida afición al juego lo deja en la ruina. Apenas cuenta desde entonces con el apoyo de su sufrida esposa, su dispuesta madre, sus esforzados hija e hijo, su nieto al correr de los años…
Ah, pero ganarse la vida deslomándose lo libra de ser ejecutado como explotador del pueblo cuando el ejército de liberación le da un puntapié a los japoneses y a los del kuomintang. Quien cae bajo las balas de la justicia es aquel que lo desplumó.
Trabajo de sol a sol sin recompensa. Pobreza. Hambruna extrema. Y, sobre todo, muerte. Cada atisbo de felicidad se corta de raíz cuando parece que va a triunfar, pero Fugui continúa caminando.
No voy a desvelar detalles, aunque insisto: ni a Job en sus peores días le hubieran llovido tantos palos. ¿Estoicismo? Doctrina para aficionados…
Lo que más me interesa del relato es la descripción de la vida cotidiana durante los primeros años de la República Popular, aquel «gran salto adelante» cuyos vaivenes ideológicos y organizativos sacuden a los campesinos como una montaña rusa.
Y el terror de la citada Revolución Cultural, cuando guardias rojos imberbes, fanáticos desde la cuna, recorren los pueblos buscando traidores vendidos al capitalismo. Incluso a los que antes se conocía como héroes.
En conjunto, un texto recomendable para adentrarse en la literatura de este inmenso país.
En el pueblo empezaron a dar puntos de trabajo a los labradores. Yo fui considerado un trabajador de fuerza y me dieron diez puntos. Si Jiazhen no hubiera estado enferma, le habrían dado ocho; pero tal como estaba solo podía con tareas fáciles, así que no le dieron más que cuatro.
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