viernes, 30 de mayo de 2025

El 51

Tuktuk número 51

Los ojos del 51 aún brillan. Esos ojos azules que tanto han visto.

Golpes, urgencias, caucho quemado, un aire sin aire...

El 51 ignora adónde dirigirse. Y el sonido del silencio lo enloquece.

Pero no dejará de intentarlo, jura. Aún no ha llegado la hora en que...

(A su espalda, sobre la colina, se adivina un bosque de cruces).

Con rumbos infinitos o sin rumbo. Mientras una sola gota alimente sus exhaustas venas.

Los ojos del 51 continúan brillando.


lunes, 26 de mayo de 2025

Torpedos en el Cantábrico

Portada del libro Torpedos en el Cantábrico, de José Ángel del Río

Título y autor/a:Torpedos en el Cantábrico, de José Ángel del Río.
Clave de lectura:Acciones submarinas durante las dos guerras mundiales.
Valoración:✮✮✮✩✩
Comentario personal:Muy documentado y con poco espíritu narrativo.
Música:Western Approaches, de Clifton Parker ♪♪♪

Según avanzo, noto que la presión hace crujir los mamparos. Luces rojas parpadean. Mis nervios se ponen a prueba.

En algún momento, dudo si abrir todos los tubos del blog y lanzar una andanada en abanico.

¿Cómo se puede escribir un libro sobre submarinos y que su quilla roce tanto la monotonía? ¡Impensable!

Pues me temo que así es. Torpedos en el Cantábrico distingue a José Ángel del Río como excelente documentalista —tiene que haber invertido larguísimas horas visitando archivos— y bastante menos buen narrador.

El subgénero de los escualos de acero está representado en sus ámbitos literario y cinematográfico por títulos que abarcan lo épico, lo trágico, lo histórico, lo simpático… Pueden elegirse enfoques casi tan numerosos como las leguas bajo el mar del Nautilus.

La obra de hoy debería unirse a la saga con honores, gracias a la singularidad de su teatro de operaciones; el obstáculo reside en la cuadriculada manera de contarlas.

Submarino beligerante hunde carguero español. Gobierno español protesta (con nota diplomática reproducida de la A la Z). Gobierno del submarino dice que lo estudiará (con nota diplomática reproducida de la Z a la A). Submarino beligerante hunde carguero español. Gobierno…

Sin variación, aparte de los nombres implicados, página tras página: el Marqués de Urquijo y el U 46, el Mercedes y el U 91, el Neguri y el U 152, el Monte Gorbea y el U 512

Adquirimos, por supuesto, conocimiento de actividades opacas, historiales de buques objeto de errores y crímenes en igual proporción, y relacionamos los ataques con los escenarios estratégicos que afectaron a las armadas en liza durante las dos guerras mundiales. Pero un guion tan monocorde lastra lo que ningún autor debería jamás perder de vista: el placer de la lectura.

Por fortuna, algunos capítulos aportan variedad. En concreto, los dedicados al Torelli y el Giuliani, sumergibles italianos que, forzados por averías de combate, recalan en el puerto de Santander en 1942. Las redes aliadas por un lado, y del Eje por otro, comienzan a trabajar para internarlos o propiciar su fuga.

¿Espías y submarinos? Mmmmmm… También destacan las operaciones más o menos subrepticias para reabastecer desde la costa nacional a los Unterseeboote germanos. Ya asoma un poco más la torreta.

Y aquellos incidentes que implican a unidades británicas como el Sceptre, con órdenes de alcanzar a ciertos navíos sin importar bandera o aguas territoriales, contribuyen finalmente a la flotabilidad del conjunto. Por los pelos.

Anoto en el cuaderno de bitácora: ¡abajo periscopio! ¡Tubo uno, fuego! ¡Tubo dos…!


Para el aprovisionamiento del U 21 en la costa gallega se requerían 40 toneladas de gasóleo, 8 de lubricante, 2 de agua dulce y comestibles para mantener a treinta hombres durante diez días. Inmediatamente, los agentes alemanes se pusieron en marcha con el fin de conseguir estas vituallas.

viernes, 23 de mayo de 2025

Nuestro mundo (XXIII)

Niños jugando

Los niños tienden sus manos
entre carreras y gritos de gozo.
¡Son aún tan pequeños!

Ignoran que una mano abierta
puede herirse, que los juegos
de la vida no se juegan así.

Tomar, arrebatar, esa es
la única lección que importa.
Vence el puño del más fuerte.


lunes, 19 de mayo de 2025

Un amor

Portada del libro Un amor, de Sara Mesa

Título y autor/a:Un amor, de Sara Mesa.
Clave de lectura:Un deseo de aislamiento desemboca en una encrucijada vital.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Demuestra una habilidad narrativa de quilates.
Música:Pasacalles a 7, de La Musgaña ♪♪♪

Por primera vez leo a Sara Mesa y, guiado por las sensaciones que me despierta Un amor, no encuentro excusa para no unirme a los elogios de quienes la califican de gran escritora.

Nat, la protagonista, se traslada a una aldea remota. Un hurto cometido en su anterior trabajo parece empujarla a la soledad.

Además del casero, de gestos y maneras intimidantes, que para su alarma entra y sale cuando quiere, en las cercanías vive alguien de actitud acogedora: Píter. El hippie, como se le conoce.

También Andreas, silencioso y huraño, cuenta con sobrenombre: el alemán. Cultiva hortalizas.

Roberta, la anciana de la casa amarilla, está perdiendo la conciencia. Su marido, Joaquín, la vista.

Una adolescente despacha en la tienda, aunque ansía abandonar el lugar lo antes posible. Una familia gitana no cuenta para nadie, casi proscrita.

Otra familia con niños acude los fines de semana, tras haber recibido su «chaletito» en herencia.

Sieso, un perro huidizo, acompaña a veces a Nat. Se lo ha proporcionado el casero y quizá lo haya golpeado antes para acobardarlo.

Un día, las goteras causadas por la lluvia se convierten en una catarata y el alemán se ofrece a reparar el tejado (el casero no lo hará, por supuesto) a cambio de…

De que le permita «entrar en ella». Una sola vez, con las condiciones que Nat establezca. Será rápido y delicado. Se trata de una necesidad de su cuerpo, sin ataduras emocionales, desprecio ni aprecio que pudiera abrir brechas o construir puentes entre ambos.

Sin embargo, esa vez se convertirá en la primera de una escalada hacia «algo» que podría salvar el rumbo de su vida. O quizá hacerlo descender más, si ello es posible.

Mesa demuestra una habilidad narrativa de quilates: la corriente de pasiones oscuras que domina las almas, el entorno aislado y angustioso, la vida en forma de laberinto donde unos quedan atrapados y otros alcanzan la puerta que da acceso al premio…

Todas son características que lucen muy bien en mis particulares estantes de excelencia literaria.


En el paisaje castigado por la sequía se diseminan olivos, alcornoques y encinas. Las jaras, pegajosas y humildes, son las únicas flores que salpican la tierra. La monotonía de los campos se rompe únicamente por el contorno de El Glauco, un monte bajo de arbusto y matorral que parece dibujado a carboncillo sobre el cielo desnudo.

viernes, 16 de mayo de 2025

Un beso

Un beso en la calle.

Es solo un beso, lo sé,
ese gesto que tantas veces
proscrito declara el mundo.

Leve abrir de labios,
íntimo roce en fuga
de su prisión de ausencia.

Es solo un beso, rebelde,
y ni leyes, ni jueces, ni rejas
podrán jamás detenerlo.


lunes, 12 de mayo de 2025

El ser mente

Portada del libro El ser mente, de Fredric Brown

Título y autor/a:El ser mente, de Fredric Brown.
Clave de lectura:Si el ser mente consigue avisar a su planeta sobre nosotros...
Valoración:✮✮✮✩✩
Comentario personal:Se deja leer (a pesar de las inverosimilitudes).
Música:La cosa, de Ennio Morricone ♪♪♪

No es la primera vez que Fredric Brown llama a la puerta del blog. Ya tuvo oportunidad de presentarse con un volumen de relatos, Amo del espacio, sobre los que concluí que eran dignos representantes de la Edad de plata en la ciencia ficción.

Demos paso ahora a una novela de su misma mano: El ser mente. ¿Digna también?

En su mundo natal, el ser mente sufre una condena de exilio.

Enviado a un planeta perdido, comienza a explorar el entorno. El «sentido perceptor» le sirve mejor que la vista o el oído, de los cuales carece.

Y, junto a formas de vida inferiores, que podrían servirle para transportar u ocultar el caparazón donde reside su esencia, descubre especímenes con gran potencial como anfitriones.

Quizá esta roca azulada haga que cambie su suerte, a fin de cuentas. Si hallara a un anfitrión con conocimientos para fabricar los dispositivos necesarios, daría aviso a los de su especie. Podrían colonizarla.

Porque los seres mente han evolucionado en un cuerpo propio (aquí los confundirían con algo que llaman «tortugas») pero, sobre todo, se aprovechan del contenedor de otros.

Esperan a que estén dormidos, se introducen en su conciencia, toman posesión en un segundo y… Leales esclavos para lo que necesiten.

La única pega es que, una vez dentro, solo pueden abandonarlos si los anfitriones mueren. Por causas naturales, accidentales o… inducidas.

En el pueblo adonde ha ido a parar, los fallecimientos de algunos habitantes y la anómala manera de comportarse de ciertos animales llaman la atención del doctor Staunton, físico electrónico de vacaciones. Y de la profesora Talley, a quien recurre para tomar notas taquigráficas sobre sus reflexiones.

Dos cerebros humanos (no conviene que se duerman, recordemos) contra el ser mente. ¿Quién vencerá?

Mi impresión: esta historia se aleja de los grandes títulos del género, pero tampoco creo que alcance a los de clase «media-alta».

Lo peor es la falta de verosimilitud dentro del contexto. Porque podemos aceptar que tal organismo aparezca en la Tierra (La invasión de los ladrones de cuerpos, Pánico en el Transiberiano…); no obstante, la perspicacia que distingue a los protagonistas resulta difícil de reconocer sin más.

¿Es normal deducir que existe una amenaza intergaláctica porque un ratón se abalance contra una pareja o un perro se meta bajo las ruedas de un coche? Ni Sherlock Holmes…

En fin, que se deja leer y todo eso, aunque hay que pagar peaje.

Mi amo me ordena que os lo diga y yo os lo digo.


Le habían enviado en algo parecido a un rayo de fuerza (una pobre descripción, aunque prácticamente tan inexacta como sería cualquier otra frase sencilla de nuestro idioma). La transmisión fue instantánea. El ser mente estaba en el proyector y un instante después se encontró junto a un camino del bosque, al norte de Bartlesville, Wisconsin, sin haber experimentado impacto alguno en su llegada.

viernes, 9 de mayo de 2025

El precio de la paz

Trompa musical en un desfile.

A menudo resulta difícil trazar una línea entre violencia «justa» e «injusta», o entre medios moralmente o no aceptables para alcanzar un fin justo.

(Habría que definir aparte la justicia, pero supongamos que tenemos en mente un marco de referencia común).

La guerra, expresión última de dicha violencia, crea su propia moral, y esta comparte apenas el nombre con el concepto que aplicamos en un ámbito civil. Incluso muta según el momento y las circunstancias del conflicto.

¿Tú podrías matar a alguien?, me preguntaban hace poco. Y mi respuesta no fue negarlo como algo propio de monstruos ni plantar los pies con firmeza, aludiendo a defenderme de un peligro que me amenazara a mí o a los míos.

Solo pude contestar que no lo sabía. Y pido con todas mis fuerzas que jamás tenga que averiguarlo.

¿Es lícito entonces fundamentar los valores de nuestras vidas civiles, verbigracia el ansia de paz, sobre la máxima para bellum? ¿Debemos «prepararnos»?

No conozco a nadie, por ejemplo, que no opine que, si se hubiera plantado cara a Hitler en aquella Conferencia de Munich...

Pero claro, pongámonos en la piel de ciudadanos británicos o franceses de la época, con memoria de los gases asfixiantes, las trincheras y el Somme.

¿El Führer quiere los Sudetes? ¡Pues solucionado! Ni sangre, ni sudor, ni lágrimas.

¿Quién habría estado dispuesto a sacrificar sus propias vidas, o las vidas de sus hijos, para que generaciones posteriores disfrutaran de libertad y democracia?

Dicho sin circunloquios: ¿qué precio estamos dispuestos a pagar hoy, hoy mismo, como sociedad y a nivel personal, para que los nuevos Führer que parecen salir de debajo de las piedras (¡oh, la patria, la grandeza de la patria!) lleguen a conclusiones de no agresión dentro de sus cerebros de psicópatas?

En este caso no vale un socorrido «no lo sé»…


lunes, 5 de mayo de 2025

Una filosofía de la resistencia

Portada del libro Una filosofía de la resistencia, de Carlos Javier González Serrano

Título y autor/a:Una filosofía de la resistencia, de Carlos J. González Serrano.
Clave de lectura:No nos dejemos manipular sin resistirnos.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:«El conocimiento es la auténtica resistencia».
Música:My Name Joe, de David Massengill ♪♪♪

Carlos Javier González Serrano escribe con actitud combativa. Y demanda lo mismo del lector.

Su mirada se posa sobre el mundo en el que nos relacionamos (o ya no lo hacemos, o apenas «virtualmente») y concluye que se aleja del concepto de vida buena.

Una filosofía de la resistencia: el propio título de este libro me parece acertado cuando se refiere a «una» y no «la» filosofía, expresando así que se trata de una posibilidad elegible, no la imposición de un valor moral absoluto.

Hay que tomarse el tiempo necesario para reflexionar. Hay que dar de lado al imperio de lo vacío. A la exigencia social de «disfrutes» tan inmediatos como idiotas.

Emotiocracia e idiocracia se dan de hecho la mano. Podrían ser las palabras estrella de este año, de los pasados y, casi con seguridad, de los venideros.

No podemos esperar que los «poderes» nos ofrezcan orientaciones saludables, ni siquiera que nos inviten a dicho planteamiento reflexivo. El proceso debe partir de nosotros en tanto ciudadanos con todas las implicaciones clásicas del término, no entes de consumo con tragaderas abiertas.

Complacidos o quejosos, narcotizados en cualquier caso entre volutas de humo seudotecnológico que nos impiden el paso siguiente: ¡del pensamiento a la acción!

Pero tenemos que quererlo, repito. Igual que desde arriba no nos van a echar una mano, tampoco la pasividad, el «no hay nada que yo pueda hacer», que parece ser la respuesta a nuestra insignificancia dentro del engranaje, juegan a favor.

¿Hasta dónde coincido entonces con las preocupaciones que afligen a González? ¿Tienen un poso reconocible?

Sí, la respuesta a esto último es positiva: me despiertan inmediata familiaridad.

La «dictadura felicifoide», por utilizar otro término del autor, no se va a dejar vencer tan a la ligera como sobrevuela, con ojo vigilante, nuestras vidas.

«El conocimiento», y ya termino, volviendo a citarle, «es la auténtica resistencia».


En mi experiencia diaria con adolescentes, compruebo con mucha preocupación cómo ciertos ritmos frenéticos y enfermizos, relacionados con procesos económicos —y, por tanto, asociados al consumo rápido, superfluo y desaforado—, están parasitando la psique, las emociones y las acciones de nuestros jóvenes, sumergiéndolos en una dinámica de autoexigencia, vacuidad y malsana competitividad.

viernes, 2 de mayo de 2025

Pimiango (XXIV)

Diente de león

Días después del apagón, me siento a la puerta de casa con una taza de té. Los cables que colgaron inertes de fachada en fachada sirven de columpio a las golondrinas.

Estoy en Pimiango, que es un buen lugar para… Para todo.

He plantado hortensias y calas, que también llaman mantos. He recogido limones. He hundido los dedos en la tierra esponjosa con semillas de flor, de pimiento y de tomate.

El rosal y los geranios me dan los buenos días tan alegres que levanto la mano para saludar junto a ellos al nuevo sol.

Dos gatines no tardan en aparecer, reclamando con maullidos su cuenco de leche matutina.

Aún no he decidido con qué nombre armar caballero al atigrado: Arturo, Merlín, Lanzarote y Perceval ya desfacen entuertos… Quizá Galahad… Sí, el intrépido Galahad, definitivamente.

(La mirada del negro me inquieta: ¿no estaré dando de desayunar a un oculto Mordred?).

Cuando me acerque a La Librería habrá miles de mundos aguardándome. Y sé que algunas personas sonreirán.

Volveré dentro de poco a caminar sobre el asfalto, también lo sé, a descender a esos túneles en los que el tiempo tiene el mismo valor que soplar sobre un diente de león.

Pero hoy no. Hoy no…