Título y autor/a: | El ser mente, de Fredric Brown. |
Clave de lectura: | Si el ser mente consigue avisar a su planeta sobre nosotros... |
Valoración: | ✮✮✮✩✩ |
Comentario personal: | Se deja leer (a pesar de las inverosimilitudes). |
Música: | La cosa, de Ennio Morricone ♪♪♪ |
No es la primera vez que Fredric Brown llama a la puerta del blog. Ya tuvo oportunidad de presentarse con un volumen de relatos, Amo del espacio, sobre los que concluí que eran dignos representantes de la Edad de plata en la ciencia ficción.
Demos paso ahora a una novela de su misma mano: El ser mente. ¿Digna también?
En su mundo natal, el ser mente sufre una condena de exilio.
Enviado a un planeta perdido, comienza a explorar el entorno. El «sentido perceptor» le sirve mejor que la vista o el oído, de los cuales carece.
Y, junto a formas de vida inferiores, que podrían servirle para transportar u ocultar el caparazón donde reside su esencia, descubre especímenes con gran potencial como anfitriones.
Quizá esta roca azulada haga que cambie su suerte, a fin de cuentas. Si hallara a un anfitrión con conocimientos para fabricar los dispositivos necesarios, daría aviso a los de su especie. Podrían colonizarla.
Porque los seres mente han evolucionado en un cuerpo propio (aquí los confundirían con algo que llaman «tortugas») pero, sobre todo, se aprovechan del contenedor de otros.
Esperan a que estén dormidos, se introducen en su conciencia, toman posesión en un segundo y… Leales esclavos para lo que necesiten.
La única pega es que, una vez dentro, solo pueden abandonarlos si los anfitriones mueren. Por causas naturales, accidentales o… inducidas.
En el pueblo adonde ha ido a parar, los fallecimientos de algunos habitantes y la anómala manera de comportarse de ciertos animales llaman la atención del doctor Staunton, físico electrónico de vacaciones. Y de la profesora Talley, a quien recurre para tomar notas taquigráficas sobre sus reflexiones.
Dos cerebros humanos (no conviene que se duerman, recordemos) contra el ser mente. ¿Quién vencerá?
Mi impresión: esta historia se aleja de los grandes títulos del género, pero tampoco creo que alcance a los de clase «media-alta».
Lo peor es la falta de verosimilitud dentro del contexto. Porque podemos aceptar que tal organismo aparezca en la Tierra (La invasión de los ladrones de cuerpos, Pánico en el Transiberiano…); no obstante, la perspicacia que distingue a los protagonistas resulta difícil de reconocer sin más.
¿Es normal deducir que existe una amenaza intergaláctica porque un ratón se abalance contra una pareja o un perro se meta bajo las ruedas de un coche? Ni Sherlock Holmes…
En fin, que se deja leer y todo eso, aunque hay que pagar peaje.
Mi amo me ordena que os lo diga y yo os lo digo.
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Le habían enviado en algo parecido a un rayo de fuerza (una pobre descripción, aunque prácticamente tan inexacta como sería cualquier otra frase sencilla de nuestro idioma). La transmisión fue instantánea. El ser mente estaba en el proyector y un instante después se encontró junto a un camino del bosque, al norte de Bartlesville, Wisconsin, sin haber experimentado impacto alguno en su llegada.