Título y autor/a: | Una filosofía de la resistencia, de Carlos J. González Serrano. |
Clave de lectura: | No nos dejemos manipular sin resistirnos. |
Valoración: | ✮✮✮✮✩ |
Comentario personal: | «El conocimiento es la auténtica resistencia». |
Música: | My Name Joe, de David Massengill ♪♪♪ |
Carlos Javier González Serrano escribe con actitud combativa. Y demanda lo mismo del lector.
Su mirada se posa sobre el mundo en el que nos relacionamos (o ya no lo hacemos, o apenas «virtualmente») y concluye que se aleja del concepto de vida buena.
Una filosofía de la resistencia: el propio título de este libro me parece acertado cuando se refiere a «una» y no «la» filosofía, expresando así que se trata de una posibilidad elegible, no la imposición de un valor moral absoluto.
Hay que tomarse el tiempo necesario para reflexionar. Hay que dar de lado al imperio de lo vacío. A la exigencia social de «disfrutes» tan inmediatos como idiotas.
Emotiocracia e idiocracia se dan de hecho la mano. Podrían ser las palabras estrella de este año, de los pasados y, casi con seguridad, de los venideros.
No podemos esperar que los «poderes» nos ofrezcan orientaciones saludables, ni siquiera que nos inviten a dicho planteamiento reflexivo. El proceso debe partir de nosotros en tanto ciudadanos con todas las implicaciones clásicas del término, no entes de consumo con tragaderas abiertas.
Complacidos o quejosos, narcotizados en cualquier caso entre volutas de humo seudotecnológico que nos impiden el paso siguiente: ¡del pensamiento a la acción!
Pero tenemos que quererlo, repito. Igual que desde arriba no nos van a echar una mano, tampoco la pasividad, el «no hay nada que yo pueda hacer», que parece ser la respuesta a nuestra insignificancia dentro del engranaje, juegan a favor.
¿Hasta dónde coincido entonces con las preocupaciones que afligen a González? ¿Tienen un poso reconocible?
Sí, la respuesta a esto último es positiva: me despiertan inmediata familiaridad.
La «dictadura felicifoide», por utilizar otro término del autor, no se va a dejar vencer tan a la ligera como sobrevuela, con ojo vigilante, nuestras vidas.
«El conocimiento», y ya termino, volviendo a citarle, «es la auténtica resistencia».
En mi experiencia diaria con adolescentes, compruebo con mucha preocupación cómo ciertos ritmos frenéticos y enfermizos, relacionados con procesos económicos —y, por tanto, asociados al consumo rápido, superfluo y desaforado—, están parasitando la psique, las emociones y las acciones de nuestros jóvenes, sumergiéndolos en una dinámica de autoexigencia, vacuidad y malsana competitividad.
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