Una copa de vino, un disco de Mahler, una foto de las de antes del asedio para subir al blog…
Ich bin der Welt abhanden gekommen.
Sí, a veces hay que dejar el mundo atrás.
Música, libros, fotos, historias, pensamientos, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
Una copa de vino, un disco de Mahler, una foto de las de antes del asedio para subir al blog…
Ich bin der Welt abhanden gekommen.
Sí, a veces hay que dejar el mundo atrás.
Lo más revelador que he leído en mi vida acerca de este tema es, por supuesto, La lengua del Tercer Reich, de Victor Klemperer.
De qué manera las palabras se retuercen para adaptarlas a idearios y mensajes capciosos, de qué manera la gente, incluso la bienintencionada, empieza a usarlas en ese sentido, validando su contenido espurio…
En una aproximación menos monumental, pero desde luego digna, Nicolás Sartorius escribe ahora La manipulación del lenguaje (por subtítulo: Breve diccionario de los engaños).
Y desgrana expresiones que se han introducido en nuestra vida, algunas ya con solera: armas inteligentes, clases medias, como no puede ser de otra manera, crecimiento negativo, derecho a decidir, dinero B…
Estado de bienestar, fascista, izquierda abertzale, judicializar la política, los mercados, neoliberalismo, populismo, por imperativo legal, reformas estructurales, régimen del 78, república catalana, socialismo y comunismo, voto útil…
Se podrá estar de acuerdo con él en todo, en nada o en parte. Pero contiene advertencias que resultan demasiado valiosas como para dejarlas caer en saco roto.
Porque, si no queremos que se convierta en un escenario de cartón piedra, la libertad política debe cimentarse sobre la interpretación crítica de lo que nos cuentan —o no nos cuentan—, no sobre eslóganes mil veces repetidos.
En resumen, recomiendo honestamente su lectura.
Se nos va un dibujante genial.
Varios de los mejores cómics que he leído llevan su impresionante firma gráfica. Por ejemplo, los escritos por Alejandro Jodorowsky: El Incal, Los Tecnopadres, La casta de los Metabarones…
Estos días, demasiadas luces brillantes se alejan de nosotros.
(En recuerdo de Juan Giménez).
Hace dos días, según las noticias, el virus se llevó al último integrante español de la 2ª División, 9ª Compañía, que liberó París en 1944.
De todas las personas que nos están dejando, seguro que su nombre no será el más famoso.
Pero sería injusto olvidarlo. El mérito de aquellas jornadas, desde el primer paso que dio en la playa Utah hasta llegar al «Nido del Águila», así lo demanda.
Por eso me uno, desde estas líneas personales, a las voces que lo despiden con respeto y gratitud.
(En recuerdo de Rafael Gómez Nieto).
En julio de 1962, el espeleólogo Michel Siffre descendió más de cien metros bajo tierra, al fondo de la sima Scarasson, con objeto de experimentar acerca del aislamiento.
Llevaba consigo provisiones para dos meses, unas cuantas lecturas y discos con música de Beethoven y Liszt.
Dentro de su tienda de campaña, rodeado de abismos, hielo y tinieblas, tenía una sensación de seguridad como en la más sólida construcción de piedra.
Un par de veces al día debía llamar por teléfono a la superficie para dar señales de vida, aunque llegó un momento en que no deseaba ni sacar el brazo del saco de dormir.
Incrédulo, encontró a una pequeña araña a la que desde entonces consideró su mejor amiga.
La percepción del tiempo le abandonó. Cuando le comunicaron que era el 14 de septiembre, fin de la prueba, estaba convencido de que no había pasado aún del 6 de agosto.
Yo también tengo música de Beethoven y de Liszt. Ahora, lo de las arañas, hum... No sé. Un montón de cómics de Spiderman, si eso…
Leo que, debido al asedio del virus, el primer ministro húngaro asume poderes «especiales» sin fecha de caducidad.
Y aún estamos en marzo.
¡Los idus! ¡Cayo Julio!
Dictador vitalicio, cónsul perpetuo, potestad de tribuno…
Tantos siglos ha, y no dejan de aparecer «grandes hombres» que quieren liberar a las repúblicas de sí mismas…
Lunes. Asedio. Cambio de hora.
Y la última taza de café decente se agota en el castillo.
¿Por qué? ¿Por qué?
Nos deja su voz. La voz de su música.
Voz sin tiempo ni fronteras.
(En recuerdo de Krzysztof Penderecki).
Física y berenjenas es un libro que nadie va a arrepentirse de leer, ni mucho menos.
En sus páginas, Andrés Gomberoff nos ofrece conocimiento. El espíritu de descubrir, de entender, de dar un paso más hacia el origen de tantas cosas...
Al tiempo que busca la amenidad en el acercamiento científico, para que los amateurs podamos seguirlo.
Sin embargo, todo lo bueno que pueda decir sobre él no me quita la sensación de que «le falta algo».
Y es que ese acercamiento resulta en exceso superficial. Una miríada de fenómenos del universo se mencionan casi de refilón, poniéndonos la copa al borde de los labios pero sin llegar a mojarlos.
Quizá el origen de los textos, pensados para su publicación en revistas, tenga que ver con el problema. Dada la brevedad de cada uno, como conjunto orgánico me temo que no terminan de funcionar.
En fin, no dejemos de agradecer el intento.
¿Por qué recuerdo que a Rosy le quedaban habitaciones libres en Meersburg y, sin embargo, no tengo la más mínima idea de cuáles son las valencias del molibdeno?
Misterios de la memoria…