lunes, 18 de febrero de 2019

Tragedias (Eurípides)

Clave de lectura: La base de nuestro acervo cultural.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Troya, de Gabriel Yared ♪♪♪
Portada del libro Tragedias, de Eurípides.

Fenicias, Helena, Orestes, Ifigenia en Áulide, Bacantes, Reso...

Cobran vida Menelao, rey de Esparta, y su mujer, la más hermosa de la Hélade. Arrebatada por Hermes a Egipto, fue un fantasma hecho de nube por quien troyanos y aqueos batallaron frente a las murallas de Ilión.

Brotan las palabras desesperadas de Edipo, de Yocasta y sus hijos Antígona, Polinices y Eteocles, llamados a cumplir hasta el final la maldición de la estirpe.

Cae Orestes en la locura de las Erinias tras haber asesinado a Clitemestra, alentado por Electra para vengar la memoria de Agamenón.

Y más. Mucho más. Porque en las Tragedias de Eurípides se encuentran pasiones de seres humanos, de héroes y de dioses. Quizá no haya diferencia entre quienes se representan en oro o bronce y aquellos hechos de barro.

Eres odiado por los dioses y expías el castigo de tu madre desvariando entre delirios y terrores. ¿A qué tengo que oír de otros testigos lo que puedo ver ante mí?

Las mismas pasiones que vivieron los griegos, las mismas que vivimos nosotros y las mismas que seguirán viviéndose dentro de mil o diez mil años.

La base de nuestro acervo cultural. Historias inmortales.


lunes, 11 de febrero de 2019

Largo viaje hacia la noche

Clave de lectura: Lo oculto bajo las apariencias sale a la luz.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Central Park in the Dark, de Charles Ives ♪♪♪
Portada del libro Largo viaje hacia la noche, de Eugene O'Neill.

Este es un libro especial.

Especial y difícil, porque demanda una concentración lectora extrema.

Sobre todo el cuarto acto, con las tensiones del diálogo entre Tyrone y Edmund in crescendo lenta, muy lentamente, preparando el clímax dramático cuando se unan a la escena Jamie, ahíto de whisky, y Mary, confusa bajo las brumas de la morfina.

Pero paga dividendos. Permanecer atentos a la historia que nos lega Eugene O'Neill en Largo viaje hacia la noche significa profundizar en almas torturadas bajo la apariencia de una plácida familia burguesa.

Hasta que el alcohol, la enfermedad y las drogas sacan todo lo que sus miembros llevan dentro de sí.

¿Por qué no la enviaste a un sanatorio para que la tratasen cuando te diste cuenta de que era una adicta a la morfina, eh? Pues te lo voy a decir: porque eso habría significado gastarte más dinero. Me juego lo que quieras a que dijiste que el mejor remedio era la fuerza de voluntad. Y eso es lo que sigues creyendo en el fondo de tu corazón, a pesar de lo que han dicho los médicos, que son los que verdaderamente saben de qué va la cosa.

Teatro sobre la propia experiencia del autor. Teatro sobre los errores como piedra angular de la vida.

Gran teatro.


miércoles, 6 de febrero de 2019

Manifiesto cívico (VIII)

Fachada del Congreso de los Diputados en Madrid.

El Gobierno de la Nación, para alargar su mandato sin importar el precio, no tiene inconveniente en rebajarse ante quienes buscan acabar con la democracia constitucional.

En consecuencia, nos degrada a cada uno de los ciudadanos a los que representa también a ese nivel.

La verdad, me es difícil recordar cuándo fue la última vez en que la falta de escrúpulos y de ética de unos políticos me hizo sentir tanta vergüenza ajena.

miércoles, 30 de enero de 2019

El hombre anumérico

Clave de lectura: Hay que saber matemáticas, por la cuenta que nos trae.
Valoración: Sí, pero... ✮✮✮✩✩
Música: El arte de la fuga (Contrapunto XIV), de J.S. Bach ♪♪♪
Portada del libro El hombre anumérico, de John Allen Paulos.

Nueva lectura que va a parar al grupo de las de «no lo tengo muy claro», las que reparten alegrías y tristezas por igual.

Y eso que en gran parte cumple su objetivo, lo reconozco. El hombre anumérico, de John Allen Paulos, alerta con convicción de las consecuencias de vivir de espaldas a las matemáticas.

Suena a tópico, pero a menudo, para justificar una actitud escapista, decimos que somos «de ciencias» o «de letras». Como si entender el grado de fiabilidad de una encuesta tuviera que ser virtud de los primeros y escribir sin faltas de ortografía de los segundos.

Paulos ilustra con casos prácticos el rechazo popular a los números, el anumerismo, en un mundo que, por el contrario, rebosa de sus aplicaciones.

Nuestra dejadez podría impedirnos discernir que, aunque un suceso A esté correlacionado con otro B, no significa que A sea la causa de B.

O que tomar una decisión A, porque de alguna forma nos la presenten con ropajes más atractivos, puede perjudicarnos probabilísticamente en comparación con la B.

O que, en la tesitura de elegir entre las candidaturas de A, B y C, según se ordenen las preferencias al votar, podría resultar vencedora… la menos deseada.

En este sentido, como decía, el autor se muestra convincente. La ignorancia matemática voluntaria, aun en personas de formación académica avanzada, nos hace más manipulables. Hay que intentar perder el miedo.

Supongamos que haya un análisis para detectar el cáncer con una fiabilidad del 98 por ciento; es decir, si uno tiene cáncer el análisis dará positivo el 98 por ciento de las veces y, si no lo tiene, dará negativo el 98 por ciento de las veces. Supongamos además que el 0,5 por ciento de la población —una de cada doscientas personas— padece verdaderamente cáncer. Imaginemos que uno se ha sometido al análisis y que su médico le informa con tono pesimista que ha dado positivo. ¿Hasta qué punto ha de deprimirse esa persona? Lo sorprendente del caso es que dicho paciente ha de mantenerse prudentemente optimista. El porqué de ese optimismo lo encontraremos al determinar la probabilidad condicional de que uno tenga un cáncer sabiendo que el análisis ha dado positivo [¡aproximadamente el 20 por ciento!].

El problema por el que me resisto a darle buena nota es que, ejemplo tras ejemplo tras ejemplo dando vueltas sobre los mismos temas, el libro llega a resultar… En una palabra: pesado.

Exceso de argumentación, qué paradoja. El demonio del aburrimiento sonríe al acecho. Cosquilleo de tentaciones para avanzar entre sus páginas «en diagonal».

Pero a mí ni caso, ¿eh? Ojalá continúe siendo el superventas que se publicita y su éxito aproveche a los lectores.


jueves, 24 de enero de 2019

El paseo

Clave de lectura: Es todo tan abstracto, que...
Valoración: Paso palabra ✮✮✩✩✩
Música: Nouvelles Aventures, de György Ligeti ♪♪♪
Portada del libro El paseo, de Attila Bartis.

El segundo libro del año me deja igual de dubitativo que el primero. Dos de dos y ambos húngaros, también es casualidad.

La protagonista y narradora de El paseo nace en un país en posguerra. Su presentación incluye algunas «trastadas», que, por ejemplo, los amantes de los gatitos preferirían no leer.

Tras fallecer el abuelo con quien reside, antes famoso bailarín, la llevan a un orfanato de monjas. Aunque lo que parece la revolución húngara del 56 vuelve a trastocar violentamente su destino.

Un balneario sui géneris, en compañía de su tío abuelo fotógrafo y otros personajes pintorescos, se convierte ahora en su lugar de acogida, donde se va haciendo mayor.

Todo en un mundo entre onírico y absurdo. Atisbo que quizá sea esa la intención de fondo del autor, Attila Bartis, transmitirnos la falta de unas metas existenciales definidas tras sobrevivir a los desastres del siglo XX.

En sus alrededores se expandía un olor a cadáver y hasta en lontananza se percibía el rumor de sus aguas milagreras, y cuando de repente el lago dejó de apestar todos lo lamentaron. «Desgraciadamente el olfato de la humanidad está todavía por desarrollar, su alcance aún es muy limitado. Pero confiemos en la recuperación de ese característico hedor», escribían los periódicos.

Por desgracia, la misma falta de metas lastra el conjunto. O yo, en mi despiste, no centro hacia dónde se desarrolla la historia. Me pierdo entre sus brumas.

A ver qué tal se da el siguiente.


miércoles, 16 de enero de 2019

Escuela nocturna

Clave de lectura: Todavía no la he encontrado.
Valoración: Tampoco sé qué decir ✮✮✩✩✩
Música: Sextet, de Steve Reich ♪♪♪
Portada del libro Escuela nocturna, de Zsófia Bán.

La primera lectura de la temporada y no sé qué opinar. Cortocircuito cognitivo. Empezamos bien...

Intentaré esforzarme: en su aspecto formal, los ¿relatos? de Escuela nocturna descansan en bloques de asignaturas: Inglés-Tareas del hogar, Geografía Humana Nacional-Naturaleza, Física-Biología, etc.

Sin embargo, estas denominaciones constituyen un motivo genérico más que una base temática.

Y es que dicha base brilla por su ausencia. O, al menos, Zsófia Bán despliega una inventiva surrealista tan, tan personal, que no llego a interpretarla.

Es decir, entiendo el exterior de las palabras, su literalidad, pero igual que si fuera una retahíla sin demasiado (o ningún) sentido.

Se puede morder el aire de tan puro que es. Se puede morder a Yoli. Es indispensable mencionar la presencia del pinus nigra en la cumbres solitarias (¿qué es lo que llama la atención de un director de la maderera?), así como la visión de la, tan extendida, syringa vulgaris, o sea, la lila vulgar. Una lila nunca es vulgar. Yoli tampoco no es vulgar. Yo, por mi parte, lo digo: yo era un verdadero Hércules.

Tampoco se debe a la traducción del húngaro, a la que incluso impondría una medalla al mérito. Simplemente concluyo que es un libro demasiado «raro» para mí.

Me quedo en el limbo.


jueves, 10 de enero de 2019

Feeling Good

¿Cómo inauguramos este nuevo año? Veamos...

Mejor dicho, escuchemos: Joan Chamorro y Andrea Motis interpretan Feeling Good.


jueves, 6 de diciembre de 2018

Manifiesto cívico (VII)

Paraguas con los colores de la bandera española.

Cuando redactamos la primera, allá por 1812, supuso un avance impresionante. Y digo redactamos, en primera persona, porque es un acervo del que sentirse orgullosos, como si hubiésemos estado allí.

De repente, a la voluntad o el simple capricho de un rey «por gracia divina» le contestaban palabras como Nación, ciudadanos, electores y derechos.

De la misma manera, la Constitución de 1978 nació con un propósito: nunca más sujetos, no ya a la voluntad o simple capricho de un rey, sino a cualquier tiranuelo.

Conviene tener muy claro, por tanto, qué es la Constitución. Y también qué no es.

Su raíz, principio y origen es la soberanía del pueblo español, del que emanan, como señala el artículo segundo, los poderes del Estado.

Es decir, muchos millones de conciencias, voluntades, formas de pensar y sentir, que compartimos nuestras vidas en sociedad.

La Constitución es un acuerdo. Obliga a renuncias particulares para obtener a cambio un bien común que no aparte a nadie.

Ni siquiera a quienes quisieran apartarse por sí mismos, por no aceptar otra cosa que su propia e «iluminada» visión del mundo. Incluso a ellos la Constitución los protege.

Por otro lado, la Constitución no es una panacea. La desigualdad, la injusticia, la violencia —la lista sería larguísima—, no se resuelven solo con un libro en la mano. Hay que remangarse con pico y pala.

¿Nos hace entonces la Constitución más fuertes? ¿Seguiremos celebrándola? ¿Defenderemos con fe sus valores? ¿Merecen de verdad la pena sus objetivos?

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.

Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular.

Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.

Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.

Establecer una sociedad democrática avanzada, y

Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

Sí, definitivamente la merecen.

¡Viva la Constitución Española!

martes, 13 de noviembre de 2018

Pregunta sin respuesta

Silla desvencijada junto al lago.

Cuando no sabes qué decir. Ni siquiera qué decirte a ti mismo.

Cuando todo parece un círculo, sin un lejos, sin un cerca, sin un quizá liberador jamás.

Cuando no puedes distinguir, un día y otro día, cuál es la pregunta y cuál es la respuesta.

Aún te queda el silencio. Calla. Escucha. Solo escucha…

martes, 6 de noviembre de 2018

El rincón de los niños

Carro de helados.

Niños los hay de muchas edades.

Sobre todo, al pasar junto al carrito de los helados.