El Gobierno de la Nación, para alargar su mandato sin importar el precio, no tiene inconveniente en rebajarse ante quienes buscan acabar con la democracia constitucional.
En consecuencia, nos degrada a cada uno de los ciudadanos a los que representa también a ese nivel.
La verdad, me es difícil recordar cuándo fue la última vez en que la falta de escrúpulos y de ética de unos políticos me hizo sentir tanta vergüenza ajena.
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