lunes, 13 de mayo de 2024

El profesor A. Dońda

Clave de lectura: Anexo al corpus de aventuras del astronauta Ijon Tichy.
Valoración: Suficientemente bueno. ✮✮✮✩✩
Música: Mad Max 3, de Maurice Jarre ♪♪♪
Portada del libro El profesor A. Dońda, de Stanislaw Lem.

Stanislaw Lem es Stanislaw Lem.

¿Una introducción tautológica? Pues sí. Lo que quiero transmitir es mi fe inconmovible en uno de los mayores escritores que ha tenido nuestro tiempo.

Aunque no el cien por cien de sus obras se enmarquen en la genialidad, no dejan de ser hijas suyas. No dejan de haber nacido de un genio. Y ello les aporta un toque distintivo.

Tenemos un ejemplo en El profesor A. Dońda, libro bastante menor del astronauta Ijon Tichy —Diarios de las estrellas o Congreso de futurología—. Sus apenas noventa páginas en la última edición española se recorren casi a la velocidad de la luz.

Affidavid Dońda, catedrático de svarnética (verificación estocástica de las reglas automatizadas del mal de ojo), proyecta introducir en un ordenador «todos los conjuros, intervenciones mágicas, embrujos, encantamientos y fórmulas chamánicas creados por la humanidad». Le subvenciona Hauwari, gobernante de Gurunduvayu y Hermano Mayor de la Eternidad entre otros títulos y condecoraciones.

Tras dos años de programar no parece que ocurra nada, aparte del descrédito y las burlas por parte de la comunidad científica. Sin embargo, se da cuenta de algo trascendental: descubre que la información, al igual que la materia o la energía, tiene masa.

Ergo, si esta aumenta y aumenta hasta un punto crítico, se iniciará una reacción en cadena que… Las computadoras de todo el mundo se encuentran ya tan abarrotadas que se van a autodestruir. La explosión creará un «cosmosete, un universito requetechiquitín», con sus galaxias, nebulosas y tal.

Como corolario, «cuanto más sepa una civilización, más cerca estará de la ignorancia».

Efectivamente, con los bancos de datos, sistemas económicos, militares, políticos y cualquier asomo de modernidad sumidos en el colapso, Tichy se esfuerza en cincelar la historia sobre tablas de arcilla. ¿De qué manera lo conseguían los babilonios? A él se le da fatal…

Mientras tanto, un gorila que le ha «invitado» a desalojar el búnker donde antes vivía tan bien, rodeado de latas de sopa de cangrejo, se entretiene jugando con granadas, lo que aumenta el nerviosismo de nuestro antihéroe.

El espíritu tragicómico modela el conjunto, como era de esperar. Ese aspecto surrealista presente en la escritura del polaco.

También, salvando las distancias, se percibe algún eco de Memorias encontradas en una bañera, modificando la desaparición del papyr a un soporte digital más contemporáneo.

Y, desde luego, la ironía de que nos demos autobombo como especie racional (Homo Sapiens en lugar de Monstrotratum Furiosum, como nos denominaba la Organización de Planetas Unidos en Diarios de las estrellas). Estamos tan pagados de nuestro papel central en el orden de las cosas…

Qué dura será la caída.


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