lunes, 30 de enero de 2023

Extraños sucesos navales

Portada del libro Extraños sucesos navales, de Víctor San Juan

Título y autor/a:Extraños sucesos navales, de Víctor San Juan.
Clave de lectura:Misterios a lo largo y ancho de los mares.
Valoración:✮✮✩✩✩
Comentario personal:Tira con más pólvora que bala.
Música:20.000 leguas de viaje submarino, de Paul J. Smith ♪♪♪

Víctor San Juan tiene una reputación en temas náuticos (me vienen a la memoria, por ejemplo, sus excelentes trabajos sobre Las Dunas o Trafalgar). Pero en Extraños sucesos navales tira con más pólvora que bala.

Su objetivo es escribir una «crónica de los más sorprendentes misterios marítimos de los siglos XIX, XX y XXI». Lo que ocurre es que varios de ellos zozobran entre lo pasablemente interesante, lo anecdótico, lo regularcillo y hasta lo prescindible sin más.

Comienza con el Mary Celeste, avistado intacto y sin tripulantes a la altura de las Azores, y del que volver a hablar resulta cansino por sobreexplotación de teorías.

El abordaje entre los acorazados Victoria y Camperdown, en un ejercicio frente a las costas sirias, tampoco creo que merezca mención. ¿Error de maniobra? ¿Cabezonería del vicealmirante que mandaba la escuadra?

A la flotilla de destructores norteamericana que en 1923 varó en masa en California no le encuentro el anzuelo. Ni al apartado de monstruos abisales que, representados por el clásico kraken, siguen lanzando los tentáculos aquí y allá.

El gato Oskar, que sobrevivió a los hundimientos del Bismarck, el Cossack y el Ark Royal, me parece… ¿gracioso?

¿La mala educación del Admiral Scheer en la dársena de Ferrol? Bah, a expurgar.

¿Y eso de que quizá la Fuerza Aérea Argentina alcanzó al portaaviones Invincible en las Malvinas, pero el mérito quedó oculto para la posteridad por evitar el desprestigio de la OTAN? Inverosímil es decir poco.

Etcétera.

Más atrayentes se presentan los avatares del diseño naval en la segunda mitad decimonónica, época de experimentos como los de la flota austriaca acometiendo a las fragatas italianas al espolón en la batalla de Lissa, o el intercambio de cañonazos sin resultado de los blindados Virginia y Monitor.

También se salvan las historias del arma submarina, a veces tan peligrosa para sus tripulantes como para los enemigos, según demuestran el fantasmagórico U31 del káiser en la I Guerra Mundial, el USS Wahoo y el nipón I-52 en el siguiente conflicto, o el sumergible israelí Dakar.

Y el combate y voladura a traición de la Mercedes con su tesoro en 1804, por supuesto, y la aventura contemporánea para recuperarlo tras el expolio (recuérdese el excelente cómic de Paco Roca al respecto).

En suma, que lo menos bueno lastra a lo mejor y el conjunto se queda con nota entre dos aguas.


Navegando en superficie a gran velocidad, el I-52 escuchó los motores de los aviones demasiado tarde; ya estaba enganchado en el radar de Taylor y, a pesar de emprender la inmersión precipitadamente, el ruido de sus hélices quedó preso del campo de sonoboyas arrojado por este primer Avenger.

martes, 24 de enero de 2023

Historia de un triunfo

Portada del libro Historia de un triunfo, de Rafael Torres Sánchez

Título y autor/a:Historia de un triunfo, de Rafael Torres Sánchez.
Clave de lectura:Quiero construir una gran flota, ¿cómo lo hago?
Valoración:✮✮✮✮✮
Comentario personal:Una obra de referencia.
Música:Música para el aniversario del Almirantazgo (Sonata en re mayor), de G.P. Telemann ♪♪♪

Los barcos tienen alma.

Lo entienden muy bien en la Navy británica, por ejemplo, donde el pronombre para referirse a un navío es she, «ella», no el neutro e impersonal it de los objetos inanimados.

Cada cuaderna, cada remache, cada estay, portilla, mástil, desde el momento en que se arrancan del árbol, la fragua, la tierra misma, se ensamblan y ofrecen como presente a las olas —a veces como sacrificio— palpitan en busca de su destino.

Por eso, Historia de un triunfo es una obra que enamora. Rafael Torres Sánchez describe La Armada española en el siglo XVIII de forma magistral.

Ofrece la semblanza de una época con un nivel de detalle tan exhaustivo, que los lectores más conspicuos se sentirán transportados en el tiempo.

Qué materiales eran necesarios para botar aquellos alcázares de los mares, en términos galdosianos. Cómo se procuraban, transportaban y gestionaban.

Los pasos adoptados para evolucionar desde la heterogeneidad artesanal de los maestros de ribera a los planos de ingeniería milimétrica.

La organización, la comida, los marinos, las flotas, la sangre, el sudor y la sal invertidos para volver a señorear las rutas transatlánticas y mediterráneas.

Los tipos de buques y sus misiones, doctrinas, maniobras, tácticas, la suerte, buena o mala, el día a día olvidado de una centuria, oculto tras el estruendo de grandes batallas como Trafalgar.

Ah, y lo que casi más me gusta: la infografía. Cientos de imágenes que enriquecen visualmente los textos enciclopédicos. Los dibujos y esquemas del Montañés, un hermoso dos puentes de 74 cañones, acompañan como vela al cabo las explicaciones del autor.

Complejo y completo volumen, en fin. A quienes sientan su llamada, bienvenidos al rol de a bordo.


El objetivo se tradujo en la máxima de aligerar el peso del navío, que se consiguió con un diseño renovado y el empleo de maderas más ligeras, pino en lugar de roble, y la sustitución de la clavazón por cabillas de madera. A favor del mayor empleo del pino en la construcción se le añadía la ventaja de que se astillaba menos que el roble ante el impacto de una bala de cañón.

martes, 17 de enero de 2023

No-cosas. Quiebras del mundo de hoy

Portada del libro No-cosas, de Byung-Chul Han.

Título y autor/a:No-cosas, de Byung-Chul Han.
Clave de lectura:El mundo que conocíamos se nos deshace entre las manos.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Voy cogiéndole el tranquillo a Byung-Chul Han.
Música:Existenz, de Howard Shore ♪♪♪

A un lado del cuadrilátero, el filósofo de moda. Al otro, un descreído.

Me cito de nuevo, cara a cara, con Byung-Chul Han.

En la nota sobre Psicopolítica manifesté un conato de duda sobre los fundamentos del discurso. Le dediqué un elogio incompleto.

La expulsión de lo distinto, por su parte, me dejó tibio debido a las divagaciones y circunloquios. Había que insistir.

Así que he vuelto a hacerlo con No-cosas. Quiebras del mundo de hoy. Y por fin creo que expone el tema de una forma más concentrada. La interpretación que le doy es la del vértigo vital.

Sujetos a un entorno de pura incertidumbre, donde todo queda desfasado a una velocidad extraordinaria, donde nuestra experiencia parece valer poco a la hora de desenvolvernos, no ya en el futuro, sino en el mismo presente, hay generaciones que se sienten —nos sentimos— sin norte.

Somos aquellos que necesitamos aferrarnos a ciertas seguridades, tocar «cosas» que nos transmitan un significado personal cuando lo que ha tomado el poder son las «no cosas».

¿Un libro? ¿Un disco? ¿Una actividad manual? No, ya no.

Bibliotecas descargables en datos. Playlists musicales en «la nube». Realidad virtual.

Smartphones que, en lugar de servirnos para escuchar la voz del otro, nos aíslan. Nos vigilan, de hecho.

La fotografía, desnaturalizada. De dar testimonio sobre algo que ha ocurrido tal como se refleja en el negativo, al imperio de los selfis: el momento vacío.

El ser humano, obediente a fórmulas algorítmicas que no puede comprender. Cajas negras que deciden por nosotros. Inteligencia artificial...

De esta manera, a través de la desazón, nuestro pensador consigue llevarnos a su esquina. Exclamamos: ¡exacto! ¡Yo siento lo mismo!

Tras la eterna pregunta del «adónde vamos», nos queda entonces actuar y dar el siguiente paso. Ese que no está escrito.

Y nadie sabe cuál es.


Hoy percibimos la realidad principalmente en términos de información. La capa de información que recubre las cosas como una membrana sin aberturas impide la percepción de las intensidades. La información representa la realidad. Pero su dominio dificulta la experiencia de la presencia.

sábado, 7 de enero de 2023

Las cosas que me gustan

Portada del libro Las cosas que me gustan, de Xuan Bello

Título y autor/a:Las cosas que me gustan, de Xuan Bello.
Clave de lectura:Viaje vital hacia personas, lugares y mapas.
Valoración:✮✮✮✮✮
Comentario personal:Las cosas que le gustan a Xuan Bello me gustan a mí también.
Música:El séptimo viaje de Simbad, de Bernard Herrmann ♪♪♪

Las cosas que me gustan son pura poesía, aunque Xuan Bello las haya escrito en prosa. Sus palabras son un susurro de la memoria, de personas, lugares y mapas.

La memoria de Gettysburg, Nueva York, Lisboa, Coimbra, Madrid, la frontera franco-suiza.

De Terracina, junto a la cueva donde Ulises se encontró con los ojos verdes de Circe.

De Tánger, donde Abraham —¿o era Jacob?— Astorga, cuya familia tanto hace que hubo de dejar las rondas de León, le enseñó la diferencia entre una menorá y una hanuká.

De Cadavedo, donde el conquistador Saladino se entretuvo jugando al ajedrez, sin seguir navegando con su flota hasta la capital de Ricardo Corazón de León.

De los noctámbulos que se reunen en cierta librería de Kairuán desde el tres de mayo de 1578, para contar un relato tras otro, como en Las mil y una noches.

De Baltimore, que en la pronunciación local se llama Bálamor.

De las costas de Japón, adonde llegó Diego Valdés de Lubarca, el primer asturiano en aquellas latitudes, tras naufragar la nao que capitaneaba.

De Buenos Aires, La Habana, Oviedo… Y de Paniceiros, cómo no.

En compañía de Baudelaire, Poe, Machado, Cicerón, Sábato, Petrarca, Andrade, Celan…

Las cosas que le gustan a Xuan Bello son las que me gustan a mí también.


El Rico lo llevó invitado a su torre y allí, sacrificando peones y alfiles, protegiendo reyes con la audacia de las reinas, deliberaron largas tardes sobre el futuro de Londres. Si el Rico vencía, Saladino volvería a la morería; si era Saladino el que ganaba, Londres se convertiría en ceniza en pocas semanas.

domingo, 1 de enero de 2023

2023

Puesta de sol en Atitlan.

Contemplo con estupor nuestro mundo. Ese que aún es —y lo será por siempre— un remedo de manicomio, donde cordura e insania dibujan sueños y pesadillas sobre el mismo lienzo.

Contemplo con estupor las palabras que acabo de escribir. ¿No es hoy 1 de enero? ¿No debería expresar algo como «Buen año»? ¿O como «Os deseo una vida plena»?

Mejor así, sin duda. Os deseo una vida plena. Donde cada paso tropezado sea el preludio a otro más grande. Donde el amanecer y la puesta de sol sean las únicas barreras capaces de alzarse frente a vuestro horizonte.