martes, 17 de enero de 2023

No-cosas. Quiebras del mundo de hoy

Clave de lectura: Vértigo vital, el mundo que conocíamos se nos deshace entre las manos.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Existenz, de Howard Shore ♪♪♪
Portada del libro No-cosas, de Byung-Chul Han.

A un lado del cuadrilátero, el filósofo de moda. Al otro, un descreído.

Me cito de nuevo con Byung-Chul Han, cara a cara.

En la nota sobre Psicopolítica manifesté un conato de duda sobre los fundamentos del discurso. Le dediqué un elogio incompleto.

La expulsión de lo distinto, por su parte, me dejó tibio. Su tesis acerca de una sociedad de la información «monologuista», donde las ideas se lanzan para conseguir un «me gusta» en vez de promover el diálogo y la reflexión conjunta, resultaba de gran atractivo…

Si no fuera por las divagaciones y circunloquios con que la desarrollaba. Demasiado embrollo para mi gusto. Pero había que insistir, caramba.

Así que he vuelto a hacerlo con No-cosas. Quiebras del mundo de hoy. Y por fin creo que expone el tema de una forma más concentrada. La interpretación que le doy es la del vértigo vital.

Sujetos a un entorno de pura incertidumbre, donde todo queda desfasado a una velocidad extraordinaria, donde nuestra experiencia parece valer poco a la hora de desenvolvernos, no ya en el futuro, sino en el mismo presente, hay generaciones que se sienten —nos sentimos— sin norte.

Somos aquellos que necesitamos aferrarnos a ciertas seguridades, tocar «cosas» que nos transmitan un significado personal cuando, por el contrario, lo que ha tomado el poder son las «no cosas».

¿Un libro? ¿Un disco? ¿Una actividad manual? No, ya no.

Bibliotecas descargables en datos. Playlists musicales en «la nube». Realidad virtual.

Smartphones que, en lugar de servirnos para escuchar la voz del otro, nos aíslan. Nos vigilan, de hecho.

La fotografía, desnaturalizada. De contar una historia, de dar testimonio sobre algo que ha ocurrido tal y como se refleja en el negativo, al imperio de los selfis: el momento vacío de sustancia.

El ser humano, obediente a fórmulas algorítmicas que no puede comprender. Cajas negras que deciden por nosotros. Inteligencia artificial...

De esta manera, a través de la desazón, nuestro pensador consigue llevarnos a su esquina. Exclamamos: ¡Exacto! ¡Yo siento lo mismo!

Tras la eterna pregunta del «adónde vamos», nos queda entonces actuar y dar el siguiente paso. Que no está escrito.

Y nadie sabe cuál es.


1 comentario:

el chico de la consuelo dijo...

Es un autor muy leible. A veces le mata qye todo lo q no le gusta lo achaca al liberalismo y a veces entra en momentos de onanismo mental.
Te recomiendo la sociedad del cansancio y el aroma del tiempo.
Abrazos y feliz año
Seguiremos enconteandonos por la blohuicultureta. Ojala!!