Yo me figuraba una ciudad con calles vacías, avenidas desiertas, plazas fantasmagóricas, quizá algún muerto viviente aquí y allá, buscando a quien catar a mordiscos…
Pero, tras mi primera salida en pos de vituallas, me cruzo con más personas de las esperadas.
Todos a la última moda, eso sí, tapados hasta las cejas: guantes, pañuelos, bufandas, mascarillas… Complementos fundamentales de armario.
El mundo aún existe al otro lado del portón.
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