Título y autor/a: | El error, de César Aira. |
Clave de lectura: | Historias concatenadas de un autor famoso. |
Valoración: | ✮✮✩✩✩ |
Comentario personal: | No me interesan, así de triste. |
Música: | Three Inventions, de George Benjamin ♪♪♪ |
Tengo un problema. O a lo mejor lo tiene el resto del mundo, quién sabe: ¿por qué a la gente le gusta tanto César Aira y a mí no consigue convencerme?
El error, según mis cuentas, es su cuarto libro que leo, y lo que resulta evidente es que escribe bien. Es decir, su uso del lenguaje y de los recursos estilísticos es irreprochable.
Pero si desciendo a lo básico, al corazón de lo que significa imaginar y contar historias... Las suyas no me interesan, así de triste.
Tenemos a dos parejas en un jardín salvadoreño donde se exhibe la obra de un famoso escultor: ¿quiénes son? ¿Por qué están en ese lugar? ¿Tienen algo que ver con la guerra civil que asola el país?
Y el escultor, ¿cómo ha logrado su renombre?
De repente, el hilo se cierra y surge otro paralelo, donde la protagonista es una mujer presa que se relaciona por carta con el mismo artista. Había matado a su marido con una roca de oro, después de lo cual se adentró en la selva y encontró refugio en una hacienda solitaria.
Me resigno a abandonar la primera trama sin respuestas e introducirme en la segunda, hasta que… ¡Otra vez! Nuevo golpe de efecto avant-garde y se vuelve a interrumpir la narración.
Ahora da paso a un famoso bandolero cuyas aventuras inspiran los folletines que se leen en la cárcel. Por complacer a su esposa, planea sustraer y retocar el busto del padre que, en opinión de ella, no representa sus facciones cabalmente y que se encuentra en un impenetrable Palacio de las Ciencias.
Todo relacionado de alguna manera, puede ser, pero todo desgraciadamente inconcluso. Como si el autor siempre dijera: «Ya no sigo, ahí os quedáis».
Pues vaya gracia.
El desconocido advirtió que la mujer prefería no entrar en detalles sobre su pasado, y con discreción no hizo preguntas. Supuso que huía de algo, como tantos otros. Sin ir más lejos, sus asistentes y criados habían huido también, y lo habían dejado solo.
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