Valoración: Bueno ✮✮✮✩✩
Música: Enter Sandman, de Metallica ♪♪♪
Cuántas variantes hay que aprenderse. Si tuviera que pasar un examen…
Protoheavy, black metal, thrash metal, death metal, brutal death metal, death metal técnico, death metal melódico, death metal sueco, blackened death metal, dead-thrash, doom, crossover, power metal, grindcore…
Un momento, que me acuerde: ¿el grindcore era…? ¿Qué era?
Este libro sirve para aclararlo: La historia del heavy metal, de Andrew O’Neill.
Diría que sobre todo se dirige a «paracaidistas» como yo, con ideas algo generales sobre el género, basadas en unos cuantos grupos famosos, pero que deseamos ampliar nuestra cultura mientras practicamos el headbanging.
El término apareció por primera vez en la literatura en 1962. Lo usó William Burroughs en su novela La máquina blanda, en la que aparece un personaje conocido como «Uranian Willy, the heavy metal kid». Y en su novela de 1964 Expreso Nova describe a la gente como «heavy metal». En 1968, Steppenwolf fue el primer grupo en usarlo en una canción; Born to be Wild habla del «trueno heavy metal» de las motos.
Quizá presente una salvedad: la traducción más adecuada sería «una historia», y no «la historia». O'Neill se guía por gustos personales y su olimpo —o su hades tenebroso, según se mire— lo ocupan ciertas formaciones mientras pone a otras a caer de un burro.
Metallica son los amos. Y Sepultura. Y Pantera. Y Black Sabbath, Judas Priest o Motörhead. Pero cualquier cosa que huela a, pues… Mötley Crue o Guns N’Roses, por ejemplo, no son dignos de arrastrarse por este mundo.
Y a Dream Theater se lo toma por el pito del sereno. La discusión está servida.
P. D.: Pues no, no consigo que a mí me guste Sepultura.
P. D.: En la página 25 se promete que aficionarse al heavy te hace más sexi. Ya os contaré...
No hay comentarios:
Publicar un comentario