Valoración: ✮✮✮✩✩
Comentario personal: Una novela amable.
Música: Nostalghia, de Toru Takemitsu ♪♪♪
Como ocurre con tantos otros países, también los nacidos en Japón han de arrastrar estereotipos sobre su forma de comportarse. Quizá el más extendido sea la «contención emocional».
En el libro Ni de Eva ni de Adán, Amélie Nothomb lo cree así de vez en cuando, mientras narra sus aventuras autobiográficas.
Tras ofrecerse como profesora de francés, nuestra protagonista conoce a Rinri, un nativo de reacciones hieráticas. Empiezan a salir juntos, a conocerse, él le presenta a su familia, suben al monte Fuji...
Pero sólo con el tiempo será capaz de penetrar más adentro en su alma, hasta desembocar en una relación amorosa.
A lo largo de la obra se aprenden curiosas costumbres niponas relacionadas con la imagen social, la familia o los amigos. Y surgen a menudo situaciones sazonadas de humor cuando esas costumbres topan con el desconocimiento o la confusión inicial.
Me acerqué a interrumpir su sueño y, con mucha dulzura, le dije que, en mi país, la tradición exige que el hombre se marche al llegar el alba. Llevábamos un poco de retraso sobre el horario previsto, ya que el sol había salido. Atribuiríamos ese fallo a la lejanía geográfica. Sin embargo, no abusaríamos de este argumento. Rinri preguntó si la costumbre belga autorizaba a volver a verse.
En suma, una novela amable, bien escrita y perfecta para pasar el rato. Sayonara.