Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: 1492 (Into Enernity), de Vangelis ♪♪♪
Cada 6 de diciembre publico unas líneas elogiando el espíritu constitucional, y este año lo voy a hacer a través de un libro: De la fruta madura a la manzana podrida. El laberinto de la Transición española.
Tom Burns Marañón conoció y trató a todos los personajes con algún papel en aquellos tiempos de incertidumbre. Muchos de ellos quizá olvidados para la historia popular, sin cuyos esfuerzos el consenso que desembocó en la aprobación de la Carta Magna hubiera sido imposible.
Hay unos antecedentes que él considera fundamentales, en comparación con las tensiones irresolubles en el advenimiento de la Segunda República. El más importante, la existencia de una clase media consolidada, amplia, con estabilidad económica y deseo de mantenerla.
Es decir, con siglo y medio de diferencia, en España se daba el escenario de las revoluciones burguesas europeas.
A partir de ahí, según se aproximaban los últimos días del dictador, entraron en liza diferentes grupos de presión: los irreductibles del 18 de julio, los monárquicos, los conservadores pragmáticos, los socialistas pragmáticos, los republicanistas, los irreductibles de la revolución de octubre...
Los protagonistas de la Transición no fueron los padres fundadores de la democracia en los Estados Unidos, pero consiguieron construir el mejor edificio constitucional de cuantos fueron levantados por próceres españoles en los últimos doscientos años. Su principal mérito fue haber absorbido las lecciones que imparten los fracasados intentos anteriores de crear una concordia. Solo con eso bastaba y sobraba. La Constitución de 1978 merece respeto, y su arquitectura solo la cuestiona el pensamiento desordenado.
El autor sigue la versión «clásica» de Juan Carlos I como impulsor del cambio. No se habría conformado con los apoyos heredados del régimen para alcanzar la jefatura del Estado, sino que buscó de forma proactiva a la oposición para convencerles de su objetivo rupturista.
Ahora bien, como contrapeso a ese Zeitgeist del gran acuerdo, expone que los detalles, la «letra pequeña», se dejaron muy descuidados. No se terminaron de desarrollar mecanismos institucionales que aseguraran la independencia del sistema frente al partidismo y la corrupción. Así, poco a poco, el «corazón de la manzana» se fue pudriendo.
Hasta llegar a donde hoy nos hallamos: odios, desafecciones, «rojos», «fachas»... ¿De vuelta a la casilla de salida?
Hay que leerlo. Y más importante aún: reaccionar antes de que sea tarde.
¡Viva la Constitución Española!
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