martes, 24 de diciembre de 2019

La expedición del maestre de campo Bernardo de Aldana a Hungría en 1548

Clave de lectura: Carlos V, Fernando I, Juan I, Solimán I, Bernando de Aldana, un tal Reynoso…
Valoración: Así se escribe (y se olvida) la historia. ✮✮✮✮✮
Música: Danzas húngaras, del Benkö Consort ♪♪♪
Portada del libro La expedición del maestre de campo Bernardo de Aldana a Hungría en 1548.

Hay un castillo a la vuelta de Transilvania que, por muchos pelotazos que le lancen, aguanta sin resquebrajarse.

Se alza entre montañas y precipicios, y a sus defensores, los más animosos del país, no les faltan arcabuces para repeler a cualquiera que se acerque.

Las municiones de los asaltantes se agotan y no llegan nuevas. Los soldados andan mustios. Algunos capitanes hablan de desistir del imposible empeño.

Entonces el maestre les recuerda que poca fama se gana en las cosas fáciles de acometer, y que miren la honra y reputación que hasta el momento han ganado en aquellas tierras, no las vayan a perder ahora.

Efectivamente, toman enardecidos la fortaleza. ¡España!, ¡España!, se oye gritar a los que entran.

Peripecias así abundan a lo largo de La expedición del maestre de campo Bernardo de Aldana a Hungría en 1548. Edición del códice V.II.3 de la Biblioteca de El Escorial al cuidado de Fernando Escribano Martín.

El origen de todo es que al Rey de Romanos se le sublevan unos caballeros principales y solicita ayuda al Emperador. En aquellos días andan los reinos de la zona manga por hombro.

Tras la batalla de Mohács, veintidós años atrás, el avance turco se asemeja imparable. Muerto sin herederos Luis II, su cuñado Fernando de Habsburgo reclama el trono magiar. Lo que queda, al menos.

Pero, en el entreacto, el conde Juan Zápolya se hace coronar con el apoyo de los nobles, de manera que el conflicto está servido.

Fernando, que había nacido en Alcalá de Henares como hermano de Carlos V (y que terminaría heredando la corona imperial a su abdicación), se ve agobiado y le pide asistencia. El Tercio de Nápoles, al mando de Bernardo de Aldana, se pone en camino.

Desde Viena a Budapest, pasando por Bratislava y otros topónimos reconocibles, la expedición cobra un papel decisivo en el equilibrio de fuerzas. Asedio tras asedio trabajan, según el cronista, «lo que no se puede creer».

Melchior Balax, el Bajo Matías, fray Jorge, el rey Joanes, Cazum Bajá, nombres propios que figuran en las enciclopedias, se juntan con Pedro Montañés, Diego Vélez de Mendoza, García Jiménez o sencillos soldados como Domingo Rubio o un tal Reynoso, los primeros en escalar los muros de Leva.

También aparece Juan Bautista Castaldo, el malo de la película, empeñado en perjudicar a Aldana, que al final consigue su prisión. Le acusa de la caída de Temesbar y Lipa ante la marea de Solimán el Magnífico. De hecho, los expertos consideran que este libro fue escrito para demostrar su inocencia en el juicio.

En fin, valiosa y disfrutable aportación para recuperar los olvidos de la historia.


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