En Pimiango hay playa. Playas, más bien.
El Regolguero, La Franca, Mendía, La Robla, Las Cuevas Coloradas...
Lo más fácil es ir a La Franca. Cuarenta minutillos de paseo por el monte, respirando oxígeno para todo el año, y allá que apareces. O cinco en coche, cuando tienes prisa por el chapuzón.
Aunque si te entran ganas de una buena caminata, llegando hasta el fondo del acantilado, y siempre con bajamar, puedes acercarte a alguna de las otras. Tus compañeros de baño van a ser llámparas y oricios.
Y un último consejo: recuerda que esto es el Cantábrico, ¿eh? No una piscina caldosa. Comprueba tus registros vocales antes de meterte en el agua, porque a la primera ola, si eres barítono te vas a convertir en contratenooooooooor.
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