miércoles, 22 de abril de 2009

Libro de las invasiones de Irlanda

Clave de lectura: Los irlandeses son gallegos… entre otros que desembarcaron por allí.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Alborada de Veiga & Muiñeira de Chantada, de Carlos Núñez y The Chieftains ♪♪♪
Portada del libro Lebor Gabála Érenn o Libro de las invasiones de Irlanda.

Según el Lebor Gabála Érenn o Libro de las invasiones de Irlanda, redactado por monjes anónimos del siglo XI, hubo en tiempos remotos un rey en Galicia descendiente de faraones. Su nombre era Breogán.

Y allá por Brigantia mandó construir una torre desde la que Ith, su hijo, pudo otear una línea sobre el horizonte: la verde costa de Erín.

Aunque me estoy adelantado un poco a los acontecimientos: esta parte ocurre ya avanzadas las páginas del manuscrito. Antes de llegar a ella sabremos de la fundación del país por Cesair, una nieta de Noé a quien, lejos del arca en el momento del diluvio, le fue breve la aventura.

También se narra la arribada de Partholon desde Grecia —y la subsiguiente invención de la cerveza—, así como la primera contienda en su suelo contra una persistente raza de monstruos, los fomorianos.

Más tarde aparecen los nemedianos, procedentes de Escitia, los Fir Bolg y los Tuatha Dé Danánn. Unos dejan paso a otros.

Volviendo al episodio de Ith, el príncipe aparejó su nave para ir a echar un vistazo, pero los caudillos Mac Cuill, Mac Cécht y Mac Gréine se mostraron reticentes a la visita y lo alancearon.

Al tener noticia del suceso, los milesios, vástagos de Mil de España, sobrino del infortunado explorador —no nos perdamos en el árbol genealógico—, pusieron proa al ocaso con ánimo de venganza. Sesenta y cinco velas capitaneadas por el indómito Donn.

En vista de su combatividad, los tres Mac concertaron con los invasores una tregua: la flota se retiraría a una distancia de nueve olas mientras ellos movilizaban a todos sus guerreros para que la lucha fuese justa.

Ah, pero los hechiceros de los Tuatha Dé Danánn aprovecharon arteramente para conjurar una tempestad que impidiera el nuevo desembarco. Furia oceánica, rayos incendiarios, rugir del cielo…

Los milesios las pasaron canutas, continúa el relato. Sin embargo, para los asuntos mágicos contaban con su propio druida, un tal Aimirgin, que pronunció el contraconjuro y calmó a los irascibles elementos.

En consecuencia, pusieron otra vez pie en tierra y conquistaron la isla, que se repartieron equitativamente.

Y así es como todo ocurrió. Está negro sobre blanco, aunque se haya difuminado en la bruma atlántica de la historia. ¡Anda que no eran sabios ni nada estos monjes medievales!


2 comentarios:

yoyoyo dijo...

estos gallegos tienen un carácter...

O Meigallo Azul dijo...

Yo comparto esa teoría eh, creo que los irlandeses somos gallegos y viceversa.

Un Saludo.