Abro el correo y voy leyéndolo, al principio apenas con un punto de curiosidad.
Hasta que esa emoción muda su hábito, convirtiéndose en un ansia irrefrenable. ¡Sí! ¡Tengo que acudir a la llamada!
Billetes de tren, de autobús, instancias legales para escapar de la oficina, calcetines arrojados aprisa a la maleta…
Una palabra resuena por dentro como campanas de iglesia. Abandono aperos y arado, ciño Tizona en dientes, en paladar, en lengua.
Una sola palabra: cóctel.
Y, quinientos kilómetros más allá, canapés de chistorra, volovanes rellenos de pimiento con atún, triángulos de gamonéu del valle o del puerto comienzan a temblar. Intuyen su fatal destino.
¿Encuentro de escritores y críticos de las letras españolas en Verines? ¿Cuarenta años de creación y diálogo? ¿En busca de la diversidad?
¿Bernardo Atxaga, Ricardo Menéndez Salmón, Jordi Sierra i Fabra, Ana Merino, Ángela Segovia, Antonio Orejudo…?
Vale, vale, ya que vienen a hacer la presentación a Pimiango, no pierdo la ocasión de colarme. A ver con quién puedo charlar luego un rato.
Hay filas de botellas bordelesas con néctar rojo, hay pan de pasas recién horneado, hay milhojas de postre…
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