jueves, 30 de junio de 2022

Corsarios españoles

Portada del libro Corsarios españoles, de Agustín R. Rodríguez González

Título y autor/a:Corsarios españoles, de Agustín R. Rodríguez González.
Clave de lectura:¡Al abordaje! ¡Por el rey! (y alguna libra esterlina a la bolsa).
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Estas cosas de barcos y marinos me encantan.
Música:El Corsario (Obertura), de Hector Berlioz ♪♪♪

La roda corta filosa las olas. Todo el trapo se ha largado: mayor, gavia, mesana, foque…

Los hombres amuelan los sables en el pedernal, ceban cañones y falconetes, preparan los garfios en cubierta.

Recortada en el horizonte, una posible presa. Gloria y botín si los vientos les son favorables para la caza. Botín y gloria.

Agustín R. Rodríguez González intenta, con éxito a mi parecer, acercar el mundo de la historia al de la aventura. En Corsarios españoles comienza recordándonos que estos señores son diferentes a los piratas, desde el momento en que exhiben una patente del rey para el abordaje de embarcaciones enemigas.

A continuación narra las vicisitudes de unos cuantos que actuaron a favor de la Monarquía Hispánica.

En el Atlántico, dentro del marco de las disputas con Francia, destaca Pedro Menéndez de Avilés —fundador de la primera ciudad de los actuales Estados Unidos—. Sus numerosas singladuras le valieron el ascenso de grumete a capitán general.

Durante la misma época, las del Mediterráneo fueron aguas peligrosas. En ellas desplegaron sus esfuerzos personajes como Pedro Fernández de Bobadilla o el novelesco capitán Alonso de Contreras.

La Guerra de los Treinta Años incentivó el corso. La principal y más exitosa fuerza echó el ancla en el puerto de Dunquerque.

Ya en el XVIII, una nueva guerra, la del Asiento contra los británicos, daría lugar a cientos de capturas. Y, de nuevo en las costas del Mare Nostrum, los jabeques del mallorquín Antonio Barceló se apuntaron grandes éxitos frente a los piratas berberiscos.

Así que estupendo título para entretenerse a la par que aprender. ¡A la orza! ¡A la orza! ¡Asegurad los juanetes!


La acción tuvo un epílogo unos años después, cuando el hijo del pirata, Jean Antoine Saintonge, dedicado al mismo oficio, al enterarse de que Menéndez navegaba hacia América con la habitual escala en Canarias, le esperó con sus tres buques frente a Santa Cruz de Tenerife, buscando venganza. Nunca lo hubiera hecho: el asturiano hundió su capitana, el frustrado vengador resultó muerto y Menéndez apresó los otros dos buques.

miércoles, 15 de junio de 2022

Historia mínima de la Guerra Civil española

Portada del libro Historia mínima de la Guerra Civil española, de Enrique Moradiellos

Título y autor/a:Historia mínima de la Guerra Civil española, de Enrique Moradiellos.
Clave de lectura:Causas y consecuencias analizadas por un estupendo historiador.
Valoración:✮✮✮✮✩
Comentario personal:Destaca su honestidad intelectual.
Música:Música fúnebre, de Witold Lutoslawski ♪♪♪

¿Puede escribirse otro libro de historia sobre nuestra mayor tragedia? ¿Uno que se apoye en la investigación rigurosa de los hechos, en las interpretaciones serias y ponderadas?

¿Del que no quede otro remedio que alabar, por parte de cualquier lector que huya de vendas en los ojos, la calidad de su escritura y la luz que aporta al conocimiento?

Pues sí. Sería el caso, sin ir más lejos, de Enrique Moradiellos en su Historia mínima de la Guerra Civil española.

El nombre y el trabajo de Moradiellos descuellan si se pregunta por un historiador de los que sientan cátedra, al tiempo que tiene «gancho» para comunicar. Mis impresiones sobre sus obras han sido siempre la fluidez de expresión y la honestidad intelectual.

El título que recomiendo hoy continúa en esa línea, aunque, por exponer un lamento, se haga corto (lo de «historia mínima» va de veras). Por ejemplo, resume demasiado panorámicamente la parte militar.

Si bien plantea las visiones estratégicas que motivaron a los responsables de ambos bandos a efectuar sus movimientos en el tablero, no profundiza en el desarrollo, en por qué cada acción tuvo el resultado que tuvo.

A destacar, por su especial perspicacia, el primer capítulo: La Guerra Civil entre el mito y la historia, donde se recuerdan las diferentes posturas dominantes en el relato a lo largo de los años, causa de más daño que bien en la educación de la memoria común.

Tampoco le van a la zaga los demás apartados sobre el entorno político, la economía, la sociedad o las implicaciones internacionales del conflicto.

Ni el inmenso e irreparable coste humano que fue su consecuencia.

Por todo ello, enhorabuena, don Enrique.


En general, salvando obligados matices, cabría decir que las investigaciones históricas publicadas desde entonces sobre la Guerra Civil han ido arrumbando sin remisión las visiones unívocas y simplistas sobre la contienda en favor de esquemas interpretativos más pluralistas y complejos.