Fue poner la calza en tierra desde el barco que lo traía de Flandes y enfilar para allá, siguiendo la costa. ¿Adónde mejor podía ir?
Lo cuenta en sus escritos el cronista Laurent Vital.
28 de septiembre de 1517, atiendan vuestras mercedes: el emperador durmió en Pimiango. El césar Carlos himself.
En el mejor catre del palacio, según se llega por la carretera, pasando el arco.
Pero por entonces no habría carretera... Pues camino de caballerías.
Y la verdad es que llamarlo palacio, palacio...
Bueno, caserón con contrafuertes. El caso es que se estiró de gustirrinín al despertar y ya está.
Aunque eso Laurent no lo diga.
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