Si Jussi Björling no nos levanta de nuestro asiento ardiendo, buscando celada y rodela para unirnos a la salida del Trovador desde las murallas que asedia inmisericorde el Conde de Luna, es que, es que…
Di quella pira, l'orrendo foco, de Verdi.
Si Jussi Björling no nos levanta de nuestro asiento ardiendo, buscando celada y rodela para unirnos a la salida del Trovador desde las murallas que asedia inmisericorde el Conde de Luna, es que, es que…
Di quella pira, l'orrendo foco, de Verdi.
Comprendo esta mirada mejor que muchas que se dicen humanas.
Todos vivimos tras alguna clase de barrotes.
A mí, los líos de Grecia me llevan a mantener discusiones bastante sofistas.
—Es que si esto, esto y esto…
—Ya, pero eso, eso y eso…
—Bueno, también tal, cual y pascual.
—Anda, ¿y entonces aquello y lo otro y lo de más allá?
Y como no termino de ponerme de acuerdo, al final dejo de hablarme.
Porgy pregunta por dónde se va a Nueva York y sale arrastrándose del escenario. Piensa recuperar a Bess.
Telón. Todos aplaudimos a rabiar.
En el último metro, el tipo del asiento de al lado canta Mackie Navaja. Debe de llevar bastantes cervezas en el cuerpo.
Casi dos óperas el mismo día: Gershwin en el Real y Weill bajo tierra.