Título y autor/a: | Brujos, reyes e inquisidores, de Emilio Ruiz Barrachina. |
Clave de lectura: | Brujas buenas, Inquisición mala. |
Valoración: | ✮✮✮✩✩ |
Comentario personal: | No se gana el nihil obstat. |
Música: | Las brujas de Eastwick, de John Williams ♪♪♪ |
En Brujos, reyes e inquisidores, Emilio Ruiz Barrachina expone que la persecución histórica de la brujería significa exactamente lo mismo que el ejercicio actual de la violencia por las clases dominantes.
Comienza con la evolución del Cristo perseguido al perseguidor, ya que la Iglesia, existiera realmente o no la figura a la que adora, lleva en su seno la semilla de fuerzas oscuras. Pablo de Tarso se erige en supremo sacerdote umbrío.
A continuación se ocupa de los brujos, que entraron en la fama popular durante la Edad Media, a partir del Malleus Malleficarum. Aquelarres, pócimas, maldiciones, vuelos nocturnos…
Aunque, más que los brujos, las verdaderas protagonistas del relato son sus equivalentes femeninas: las brujas. La histeria contra la mujer de los padres de la fe queda patente en numerosos pasajes bíblicos.
Los movimientos milenaristas, las cruzadas y el catarismo entran en escena. Y, por supuesto, la Inquisición, entre cuyas ramas nacionales la española merece un lugar destacado tras implantarse en las nuevas sociedades allende el mar, caldo de cultivo sincretista.
En las páginas de cierre hace balance Ruiz de sus cuentas con el todopoderoso capitalismo, heredero en métodos y espíritu de exclusión del Santo Oficio.
El problema de todo esto reside en la escasa solidez de la lógica que maneja el autor. La ilación hace aguas. Más que un discurso científico, parece un alegato de gustos y disgustos personales.
Léase por tanto con todo el aprovechamiento posible, que alguno tiene, si bien su empeño en la polémica como objeto en sí, no como medio dialéctico, le impide ganarse el nihil obstat.
De magia y brujería hicieron referencia en su tiempo Cervantes (El coloquio de los perros), Quevedo (El Buscón), Luis Vélez de Guevara (El diablo está en Cantillana y El diablo cojuelo), además de pintores como El Bosco o Goya en sus Caprichos.
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