Valoración: Demasiado divagante ✮✮✮✩✩
Música: You Know Who I Am, de Giovanna Pessi y Susanna Wallumrød ♪♪♪
Hace meses escribí un apunte sobre otro título de Byung-Chul Han, Psicopolítica, y ya entonces manifesté ciertas reservas sobre la experiencia de lectura.
Al final lo consideré como razonablemente elogiable y me hice el propósito de seguir explorando la obra del autor. Quería formarme una idea más cabal de su pensamiento.
Pues me temo que La expulsión de lo distinto me ha dejado igual de dubitativo.
El mensaje de fondo vendría a ser la paradoja de que, en la era de la hiperconectividad, donde el intercambio de ideas es más factible que nunca, nos estamos volviendo todos más iguales. En un sentido negativo.
El concepto del «otro», un ser «misterioso» al que podemos desear o rechazar, con quien coincidir o ser divergentes, pero prestar interés, en fin, como alguien diferente a nosotros mismos, va desapareciendo.
En su lugar, nos volvemos parte de una masa amorfa, la personalidad diluida en una corriente de dirección única. Nos autodestruimos como entes irrepetibles en un mundo donde la regla de oro es consumir, consumir, consumir…
Lo que los demás hagan o piensen, yo también. Triunfan las redes sociales donde la información resulta hueca, usada para el monólogo en lugar del diálogo. La sociedad del «me gusta» irreflexivo asoma en todo su esplendor.
A causa de que falta la mirada represiva —y en esto consiste la diferencia decisiva con la estrategia de vigilancia propia de la sociedad disciplinaria—, surge una sensación engañosa de libertad. Los ocupantes del panóptico digital no se sienten observados, es decir, no se sienten vigilados. Se sienten libres y se desnudan voluntariamente. El panóptico digital no restringe la libertad, la explota.
Hasta ahí, el mensaje tiene un calado hondísimo. Invita a poner lo mejor de tu atención en cada párrafo, en cada línea del libro.
Hasta que Han se pone a divagar de una manera que es cosa mala. Se va por las ramas en el desarrollo.
O no sabe explicarse, o yo no sé apreciarlo, o una mezcla de ambas causas. Falta comunicación autor-lector.
El caso es que me quedo a medio camino. Tendré que volverlo a intentar con el siguiente, a ver si a la tercera...