jueves, 30 de septiembre de 2010

El bandolero

Entro en la peluquería. Sé que intentarán vaciarme la faltriquera, que cuando les diga que simplemente vengo a cortarme el pelo insistirán en que necesito además una mascarilla nutritiva, un caro champú con extractos de frutas para aumentar el brillo o, en el colmo de la desfachatez, una sesión paralela de manicura.

O sea, como si yo fuese un petimetre a la moda de París, un afrancesado, en lugar de un tipo curtido, no sé, al estilo del Tempranillo o de Curro Jiménez.

De manera que me mantengo alerta, sintiendo a través de la tela el peso de mis ducados. O el tacto de la tarjeta de crédito, lo mismo da. Especialmente cuando comienzan con el flequillo, lo que me obliga a cerrar los ojos.

Buenas tardes.

Alguien se acomoda en el sillón de al lado y respondo a su saludo cual hidalgo, sin parar mientes en quién puede ser. Estaré cegado aún unos segundos. Aunque... esa voz...

De repente me entra una sensación como si toda la riqueza que llevo encima fuera a volatilizarse, igual que si viajara en diligencia por Sierra Morena y la misma voz diera un alto imperioso al cochero, al amparo de un trabucazo. Inquieto, arriesgándome a un trasquilón por girar la cabeza, compruebo la identidad del recién llegado.

Mis piernas flaquean, estoy perdido, no tengo posibilidad ninguna de escapar. Él también me mira brevemente, mientras comienzan a extenderle espuma por la cara para un afeitado a navaja, tal como corresponde a su reputación. He de resignarme a desprenderme de cualquier cosa que me exija: oro, reloj, anillos... Lo que él diga.

Como para llevarle la contraria a Curro Jiménez, precisamente. Anda que no sabía yo de pequeño de qué manera se las gastaba por la tele el rey de los bandoleros. Ahora está algo más envejecido, pero si se enfada y llama al Estudiante, al Algarrobo y al Gitano...


4 comentarios:

MONDO FRANKO dijo...

Colega: Ya no solo me hacés viajar por la Cochinchina, si no que ahora me llevas de viaje por el tiempo. Muy bueno. Ahora fíjate que spray usa este Curro para andar al viento a caballo y mantener ese envidiable peinado... aunque creo que a mi ya no me hace falta... Un abrazo enorme, un placer leerte como siempre

Anónimo dijo...

Siempre quise parecerme al tal curro. Su personalidad, su audacia, su falta absoluta de temor y sobre todo su corte de pelo. Ese corte de pelo que no se "pue" aguantar y que no yendo a caballo pierde un ápice de laca.
Enorme Mannelig

erato dijo...

Jeje.Parece que estoy oyendo la musiquilla mientras cenaba un pincho de tortilla de patatas.Mira que tener a un bandolero justo al lado en la pelu...Qué cosas te pasan, Mannelig.Un besillo

Alís dijo...

Seguro que ya no es tan peligroso. Los años pasan y se quedan, haciendo estragos.
Además, Curro Jiménez robaba a los ricos... ¿no te tranquiliza eso?

Besos