La belleza de esta obra de Gustavo Martín Garzo, que abraza intensamente los sentidos, merece que pasemos sus páginas con un estado de ánimo especial.
Como si aún no hubiéramos despertado, casi como en un sueño: Tan cerca del aire.
Jonás, un adolescente que ha heredado el puesto de cartero del pueblo, entrega la correspondencia a doña Julia y ella le relata quién fue su madre.
Esa misteriosa mujer a quien el padre encontró en el bosque, perseguida por los lobos. De quien se enamoró sin medida.
Y quizá su historia pueda explicar por qué las garzas, cuando vuelven cada año del frío norte, se acercan sin temor al muchacho mientras él las observa en la laguna.
Eran cerca de veinte, y sus plumas blancas destacaban sobre el verde luminoso del prado. Parecían flores de altísimos tallos que hubieran brotado de golpe ante sus ojos asombrados, y pasó tan cerca de ellas que habría podido tocarlas con la mano.
Un poema que es una novela. Una novela que es un poema.