miércoles, 4 de julio de 2012

Esperanza

Clave de lectura: Fútbol y vida van de la mano.
Valoración: ✮✮✮✮✩
Comentario personal: Fuerza narrativa, soltura y pasión.
Música: Oda para la coronación (Zadok the Priest), de G.F. Haendel ♪♪♪
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Portada del libro Esperanza, de Ernesto Antonio Parrilla.

Atengámonos a los hechos: hay quienes han nacido para tocar una pelota y poner a medio mundo patas arriba, haciendo olvidar cualquier tristeza, mientras la mirada se pierde con embeleso en sus artes.

Pues bien, de la misma manera hay aquellos, como Ernesto Antonio Parrilla, cuyo talento natural es el de escribir.

En Esperanza nos presenta varias historias con el nexo común del Club Atlético Esperanza, una institución de tercera o cuarta categoría según dictan la lógica de los números y la liga regional en que compite.

Pero que para don Anselmo, el narrador, significa poco menos que su propia vida.

Él conoce cada detalle desde el momento de la fundación, año por año. Y ahora que ya es mayor desea compartir con un cronista ciertos hechos, protagonizados por otros personajes del pasado que también le dedicaron su sudor.

Fue el Flaco Barril quien, cuando iba abandonando el campo de juego por el perímetro, justo detrás del arco de Sánchez, se percató del fallo garrafal de su compañero y, sin pensarlo dos veces, volvió a meterse en la cancha, corrió hacia el área chica y de un puntazo, antes de que el balón cruzara la línea de meta, lo alejó tan distante como pudo. Fue el Flaco Barril el que nos hizo salir campeones y también el que desató aquel (permítame la palabra) despelote.

El primer partido, allá por el año 18, inicio de la lucha sin tregua contra el poderoso Sportivo. El fantasma cuyos gemidos nocturnos atemorizaron la cancha.

El clásico imperecedero del 72, cuyo resultado decidiría el campeonato. De qué extraña forma una imagen religiosa los salvó de la bancarrota. Un soborno que pudo haber destruido el honor del club...

Son sus principales virtudes la fuerza narrativa, la soltura y, sobre todo, la pasión. Lo recomiendo con gran placer.