La crítica recurrente que le hacen a las melodías de James Horner es su «autoinspiración» (los más audaces dicen «autoplagio»). Por no ir más allá con la familiaridad entre uno de los temas principales de Willow y la Sinfonía Renana de Schumann.
Resulta indiscutible reconocer varios leitmotiv en más de una banda sonora del premiado compositor. Esa secuencia de cuatro notas que indica «peligro cerca» y que nos pone a todos automáticamente en alerta…
Sus defensores aducen que lo hace aposta. Sería imposible no notarlo, así que debe de ser un efecto buscado. El porqué ya pertenece al reino de la especulación psicológica (o quizá al de la comodidad de cobrar el cheque sabiendo que la respuesta emocional del espectador a esa escena, que es lo que quiere el director de la película, está asegurada).
La polémica se repite entre las músicas de El hombre bicentenario y Una mente maravillosa.
Aun así, yo al menos no puedo decir otra cosa: a mí me gusta. Con esa voz, esas figuraciones de las maderas, la entrada del piano, de las cuerdas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario