Los barcos tienen alma.
Lo entienden muy bien en la Navy británica, por ejemplo, donde el pronombre para referirse a un navío es she, "ella", no el neutro e impersonal it de los objetos inanimados.
Cada cuaderna, cada remache, cada estay, portilla, mástil, desde el momento en que se arrancan del árbol, la fragua, la tierra misma, se ensamblan y ofrecen como presente a las olas —a veces, como sacrificio— palpitan en busca de su destino.
Por eso, Historia de un triunfo es una obra que enamora.
Rafael Torres Sánchez describe La Armada española en el siglo XVIII de forma magistral.
¿Un libro para frikis? Pues sí, es posible, y a mucha honra.
Porque ofrece la semblanza de una época dorada para la construcción naval, con un nivel de detalle tan exhaustivo, que sus lectores más conspicuos se alejen probablemente de lo estándar.
Erudición divulgativa o divulgación erudita, tanto monta.
Qué materiales eran necesarios para botar aquellos alcázares de los mares, en términos galdosianos. Cómo se procuraban, transportaban y gestionaban.
Los pasos adoptados para evolucionar desde la heterogeneidad artesanal de los maestros de ribera a los planos de ingeniería milimétrica.
La organización, la comida, los marinos, las flotas, la sangre, el sudor y la sal invertidos para volver a señorear las rutas transatlánticas y mediterráneas, después de la Guerra de Sucesión y hasta los desastres napoleónicos.
Los tipos de buques y sus misiones, doctrinas, maniobras, tácticas, la suerte, buena o mala, el día a día olvidado de todo un siglo, oculto tras el estruendo de grandes batallas como Trafalgar.
Ah, y lo que casi más me gusta: la infografía. Cientos de imágenes que enriquecen visualmente los textos enciclopédicos. Los dibujos y esquemas del Montañés, un hermoso dos puentes de 74 cañones, acompañan como vela al cabo las explicaciones del autor.
Complejo y completo volumen, en fin. A quienes sientan la llamada, bienvenidos al rol de a bordo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario