martes, 27 de abril de 2021

El documental

La leoparda se agazapa en la oscuridad.

Primero ha escrutado la orilla del río, pero no.

En los bancales reptan monstruos. Un solo descuido por su parte, un crujir aterrador de mandíbulas, y sería ella quien se convirtiera en cena.

Ah, gacelas entre el follaje.

Centímetro a centímetro, paciente, implacable. Cada vez más cerca…

¡Alarma! Las presas brincan en todas direcciones, ¡huir, huir!

En un momento, todo ha terminado.

La leoparda obtiene su recompensa y el olor a sangre se esparce por la sabana.

La hiena surge de repente, a la carrera, y es el doble de grande. El doble de fuerte. Imposible defenderse.

La hiena reclama para sí el trofeo.

Otro grupo de gacelas, ágiles y nerviosas. Un nuevo intento. El hambre aviva sus instintos.

Lentamente, lentamente…

La acometida tiene éxito. Ahora no hay un minuto que perder, las hienas rara vez merodean solas. La leoparda trepa a lo alto de un árbol, arrastrando el peso, donde estará más segura.

El aire se estremece cuando la atalaya es invadida por el leopardo macho. Los rugidos de ira atraviesan como garras la noche.

Sin remedio. No es rival para los de su misma especie.

Humillada, la leoparda vuelve de vacío a su cubil.

El cachorro, escondido durante horas, sale a recibirla. Unos lametones y a dormir.

A la mañana siguiente, madre e hija se aventuran juntas. Quizá quiera enseñarle cómo es el territorio en el que algun día cazará. El mundo de los depredadores, de los carroñeros, de las víctimas…

O quizá quiera darle un par de consejos sobre elecciones y política moderna.



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