Estaba bajo tierra.
En una caverna, una ciudad subterránea, construida en tiempos antiguos.
Túneles laberínticos, piedra horadada centímetro a centímetro.
Alguien había vivido ahí, buscando protección.
Y lo entendí. Tenían agua, alimentos, refugio…
Sus enemigos no podían alcanzarlos.
Hasta que alcé la vista.
Por aquel pozo entraba aire limpio.
Y el sol. Entraba la luz del sol.
Un sencillo agujero, nada más.
Pero hoy, no sé por qué, me acuerdo de él.
Quizá recuerde lo que significa la esperanza.
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