Ya no creo que me dé tiempo a escribir nada de aquí a un rato, así que…
Esta es la última foto del año.
Feliz 2016.
Música, libros, fotos, cosas que me pasan, que recuerdo, que se me ocurren, ficciones, viajes y qué sé yo cuántas cosas más...
Esta es la última foto del año.
Feliz 2016.
Pues cuelgo otra foto de mi pueblo.
Pásate con tiempo por el pantano y recolecta... pues no sé, lo típico: lombrices, lengua de salamandra, uña de aligator, una pizca de pelo de rata almizclera…
O, por si acaso les gusta más a las brujas modernas, pilla en el súper regalices, nubes, gominolas y chuches pica pica.
Lo que sea, pero no te quedes como este año con cara de pasmado en la puerta, cuando media docena de hechiceras canijas llamen buscando ingredientes para sus conjuros.
Mira que no tener en casa ni bichos quitinosos ni un mísero sugus…
Moriré, pero mi memoria sobrevivirá.
(En recuerdo de Henning Mankell).
O tirados en el sofá.
Incluso en la bañera, si alguna vez nos da por ahí.
Pero nada se parece a recostarse con el libro junto a las olas.
Nada.
Pongo música: At Home, del Tord Gustavsen Trio.
Preparo el trípode, ajusto la cámara, disparo.
Oceanus Procellarum, Cráter Tycho, Montes Apenninus.
Mare Tranquilitatis…
Y como no termino de ponerme de acuerdo, al final dejo de hablarme.
Telón. Todos aplaudimos a rabiar.
En el último metro, el tipo del asiento de al lado canta Mackie Navaja. Debe de llevar más de dos cervezas en el cuerpo.
Óperas de verano: Gershwin en el Real y Weill bajo tierra.
Recuerdo su playa, sus barcas de pescadores y un velero que recorría lentamente el horizonte.
Recuerdo sus azoteas y sus muros blancos.
Recuerdo la mezquita y el ribat, a cuya torre más alta subí con mi vieja cámara de carrete.
Recuerdo que, en el patio, unos gatitos se alimentaban de su madre.
Recuerdo su ronroneo y sus ojos semicerrados.
Recuerdo gente cordial, gente trabajando, gente viviendo.
Recuerdo...
(En recuerdo de las víctimas de los atentados de Susa).
Leyendas de pasión, Krull, Los siete magníficos del espacio, Titanic, Star Trek...
El Concierto para violín y violonchelo Pas de Deux...
(En recuerdo de James Horner).
Sino adivinar si en el corazón de un jedi hay un sith.
O viceversa.
Sí, son ingleses, sin duda. Casacas rojas del 20º Regimiento de línea.
E inmediatamente aplico el pensamiento lógico: fácil será que me haya metido en un agujero de gusano sin darme cuenta y ande de paseo por el espacio-tiempo.
Hacia el mil setecientos y pico, calculo. Vaya despiste, a ver cómo vuelvo.
O eso, o la alternativa es que el café del desayuno tuviera una graduación más generosa de lo habitual.
En fin, lo primero es estar seguro del pico. ¿Guerra de la cuádruple alianza? ¿De la oreja de Jenkins? ¿De los siete años? ¿La del 79? ¿A las órdenes de qué católica majestad me tengo que poner?
Entonces me fijo en que llevan prisionera a una dama. Y varios tipos con tartán que deambulan por los alrededores muestran cierto desacuerdo.
Aaaaaah, acabáramos, estos son jacobitas y los otros hanoverianos. Entonces, a mí ni fu ni fa. Desde la faena de Glenshiel, cuando los clanes nos dejaron con las posaderas al aire, que se arreglen entre ellos.
Yo les saco una foto para el álbum de historia y ya vale. Vamos a buscar por dónde se sale del dichoso agujero…
O, cuando miro esta imagen que saqué en una calle de Jiva...
Cuando le miro a él y la miro a ella...
Quizás más a menudo la felicidad vaya por sexos.
Ah, ya me acuerdo, eché el ancla en zona azul. Espero que no pongan muchas multas por aquí.
Vamos a la despensa: me apetece algo de piña, unos plátanos, zumo de guayaba…
A ver, que alguien la levante.
¡Saporoski!