domingo, 12 de diciembre de 2010

Caminando

Viento soplando.

Te acercas caminando.
¿Sobre la tierra? ¿Sobre el aire?

Mi mirada encuentra la tuya
una fracción de segundo.

Te alejas caminando.
¿Sobre el aire? ¿Sobre la tierra?

domingo, 5 de diciembre de 2010

Contra el viento del norte

Clave de lectura: Amor y temor a lo desconocido... entre dos desconocidos.
Valoración: Bueno ✮✮✮✩✩
Música: Castles and Dreams, de Blackmore's Night ♪♪♪
Portada del libro Contra el viento del norte, de Daniel Glattauer.

Imaginarse a una persona a través de sus palabras, esperarlas con impaciencia, enamorarse de ellas... Algo así es lo que les ocurre a los protagonistas de esta novela de Daniel Glattauer: Contra el viento del norte.

Emmi y Leo lo tienen todo más o menos encauzado. Ella, diseñadora gráfica, se encuentra casada con su antiguo profesor de piano. Él acaba de salir de una relación tormentosa y se concentra en su trabajo en la universidad.

Un día, Emmi equivoca el correo electrónico donde solicita la baja de su suscripción a una revista. Leo responde, iniciándose así un intercambio de mensajes.

Y llegan a abrirse tanto el uno al otro que temen encontrarse físicamente, por si las imágenes que se han formado en sueños no se correspondiesen con la realidad. Hasta que ya no pueden más. Entonces...

Para apreciar el libro hay que partir de sus buenas intenciones, es decir, creer en el azar, en que es posible que de la indiferencia surja el más poderoso imán, que el sentido de la vista pueda ser dejado de lado y, sobre todo, que se pueda tener miedo al amor.

Y aunque no se trata de la octava maravilla literaria, ni muchísimo menos, y de la prevención que suelen causarme los superventas, este me pareció agradable. Tiene un final abierto y precisamente acaban de publicar la segunda parte. A ver si para Reyes...


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hojas

Hojas rojas en la rama de un árbol.

Al despertar, la lluvia, el frío, la oscuridad, se alejan al otro lado del vidrio.

Hoy hallaré la luz y el color de las hojas de los árboles.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La transformación

Volvía caminando a casa aquella madrugada y se me ocurrió atajar por el parque.

Más que las raquíticas farolas dispersas aquí y allá, arrancando sombras chinescas de los árboles, era la luna llena la que me guiaba. Un silencio total.

De repente, noté los síntomas. ¿Por qué sudaba de esa manera, por qué esos temblores, ese vello erizado?

Miré alrededor con alarma: nadie. ¿De verdad no había ojos ocultos observando? Mis pasos se hicieron de plomo. ¿Y si por una vez no luchaba contra ello?

¿Y si dejaba salir a la fiera que vive en mi interior?

No pude contenerme más. Sin otros testigos que pudieran acusarme, las lechuzas, los somormujos, puede incluso que alguna ardilla en duermevela, sufrieron las consecuencias de la transformación.

De mi garganta brotaron los primeros sonidos: la, la...

Laralalera, laralalaaaa, laralalera, laralalaaaa, largo al factotum della città, largoooo, laralalaralalaralalaaaaa...


jueves, 18 de noviembre de 2010

Primavera mortífera

Clave de lectura: Amor, celos, hundimientos personales... Todo se cruza en el Imperio Austrohúngaro.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: La viuda alegre (Obertura), de Franz Lehár ♪♪♪
Portada del libro Primavera mortífera, de Lajos Zilahy.

Hoy nos acompaña un maestro «de los de antes»: Lajos Zilahy, con su novela Primavera mortífera.

Se trata de una extensa carta que el protagonista, de quien nunca llegamos a saber el nombre, dirige a un amigo de su infancia.

Le ha visto llegar al mismo hotel donde él se aloja, ha reconocido a la mujer a su lado como aquella chiquilla que fue compañera de juegos de ambos y, en lugar de saludarlos, ha corrido a ocultarse, a redactar para ellos sus últimas líneas a la luz de una lámpara.

Porque, cuando llegue el alba, quiere pegarse un tiro en el corazón.

Un joven apuesto, terrateniente acaudalado en la Budapest imperial, miembro de la élite, con una prometedora carrera en ciernes... ¿Qué le impulsa a tomar tal decisión? ¿Quizá Edit von Ralben?

Rememora el momento en que se cruzó con ella en la escalera de casa, la fiesta a la que pudo hacerse invitar, sus primeros paseos en el monte Gellért, arropados por la complicidad de la madre, la primera vez que apoyó la cabeza en su regazo, la primera vez que la vio desnuda...

Y también, la primera vez que la vio hablando con el conde Ahrenberg. ¿Su rival?

A partir de aquí su existencia empieza a desmoronarse: juego, deudas, desprecio social... Hay una posibilidad de salvación cuando entra en escena Józsa, que arrastra sus propios secretos. Ella le ama, pero, ¿será eso suficiente?

Venga, que es una novela estupenda, de verdad, hacedme caso, no os lo penséis más. Vuestro destino es leerla.


domingo, 14 de noviembre de 2010

Moras

Moras madurando en su rama.

Sube al vagón y se sienta a mi lado. Abre la tartera y empieza a comerlas, al principio deprisa, casi con ansia. Luego más lentamente, como si su sabor le susurrase algo al oído.

Moras. Negras, maduras, dulces. Ecos de mis veranos infantiles en el pueblín de los abuelos. La misma avidez al cogerlas de los zarzales, la misma calma después.

Veo el camino que abandona las últimas casas, bordeando las cercas de piedra, los campos de maíz, los prados de manzanilla. Veo las moras que brotan silvestres en las lindes.

Ya estoy cerca del acantilado. Enfrente de mis ojos, el mar. Más allá, la torre del faro. A mi espalda, en el horizonte, se dan la mano las cimas de las montañas.

Si continúo caminando llegaré hasta la vieja ermita, junto a la cueva con dibujos en las paredes: peces, ciervos, búfalos, caballos, un mamut con su nítido corazón...

Y cruzando el bosque, junto a los regatos, las ruinas de arcos medievales se alzan como si fueran sillares de un castillo donde poner a prueba mi espada de madera, la que me ha tallado el abuelo.

He llegado ya a mi estación, me levanto para salir. Miro a la desconocida. Las moras descansan aún en su regazo y sonríe levemente, con los ojos entrecerrados. ¿En qué piensa?

Me gustaría llevar en este momento una cámara mágica. Una que pudiera sacar una imagen de nuestro interior.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Propuesta a la Real Academia

Delfines nadando alrededor.

Omóplato u omoplato

Del lat. omoplăte, y este del gr. ὠμοπλάτη.

1. m. Anat. Cada uno de los dos huesos anchos, casi planos, situados a uno y otro lado de la espalda, donde se articulan los húmeros y las clavículas.

2. Sobre el mar de tu espalda, junto al borde del mundo de tus hombros, dos olas. Cuando mueves los brazos se alzan interrogantes, inquietas, alegres, y luego vuelven suavemente a caer. Qué mano pudiera acercarse a ellas, nadar entre ellas, trazar sobre ellas círculos de espuma...

jueves, 4 de noviembre de 2010

Un dólar

Niña mirando a la cámara.

—One dollar, sir, one dollar, you get one, two, three, four, five, five for one dollar...

Y tú continúas tu camino, no has venido hasta el otro lado del mundo para comprar pulseras con cuentas de madera, quieres ver piedras, templos, palacios, construcciones de leyenda en medio de la selva.

—Monsieur, monsieur, très beaux, très beaux, un, deux, trois, quatre, cinq... Très beaux.

Vaya, también habla francés, es una cría muy espabilada. Consigue sacarte una sonrisa mientras trota a tu lado con su pequeña cesta de abalorios.

—Señor, un dólar, muy bonitas, señor, una, dos, tres, cuatro, cinco, sólo un dólar, señor.

Y te detienes, y parece contenta de haber dado por fin con el idioma adecuado, y se pone en la muñeca los adornos para mostrarte qué bien quedan. Y sigue contando: una, dos, tres, cuatro, cinco... por un dólar.

Y el sagrado papel con la efigie de Washington sale de tu cartera y a ella se le ilumina la mirada cuando lo depositas en su mano, y te hace una reverencia, muchas gracias, señor, y se va para entregárselo a alguien a quien no ves.

Y eres tú quien de los dos se siente más pobre por dentro.

miércoles, 27 de octubre de 2010

El gato al que le gustaba la lluvia

Clave de lectura: ¿Dónde se habrá metido Noche? Axel tiene que encontrar a su gato.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Sommarvals, de Frifot ♪♪♪
Portada del libro El gato al que le gustaba la lluvia, de Henning Mankell.

Nuestro libro de hoy comienza cuando Lukas cumple seis años. Sus padres, Axel y Beatrice, le regalan a Noche y él se compromete a cuidarlo responsablemente.

Aunque su hermano mayor, El Torbellino, no piensa ayudarle. Al contrario, para hacerle rabiar preferiría que echaran al intruso de casa.

Y un día, al despertar, ha desaparecido.

Beatrice intenta tranquilizar a Lukas: no puede haber ido lejos, porque está lloviendo y todos saben que a los gatos no les gusta mojarse. Pero, ¿y si el suyo fuese especial?

¿Y si hubiera viajado al País de la lluvia, dentro de una gota de agua gigante? Al menos, esa es la versión de Axel.

No, seguro que es un cuento, ha de recuperar a su mejor amigo como sea. Colocará carteles en todo el barrio ofreciendo un millón de recompensa, aunque primero tenga que averiguar cómo se escribe esa palabra.

O más. Si es necesario se escapará con su almohada y dos bocadillos metidos en la mochila del colegio, para seguir buscando.

El gato al que le gustaba la lluvia, de Henning Mankell. ¿Literatura infantil y juvenil? Bien, de acuerdo. ¿Infantiloide? En absoluto.

Mankell sabe lo que se hace, tanto en sus famosos títulos policíacos como en sus demás registros. De hecho, puede dirigirse a cualquiera que no tema leer con otros ojos.

Tal como nota Lukas, «los padres piensan más despacio que los niños y a veces les cuesta entender cosas sencillas».


jueves, 7 de octubre de 2010

Saigón

Incienso en un templo de Saigón.

En un templo del barrio chino de Saigón.

jueves, 30 de septiembre de 2010

El bandolero

Entro en la peluquería. Sé que intentarán vaciarme la faltriquera, que cuando les diga que simplemente vengo a cortarme el pelo insistirán en que necesito además una mascarilla nutritiva, un caro champú con extractos de frutas para aumentar el brillo o, en el colmo de la desfachatez, una sesión paralela de manicura.

O sea, como si yo fuese un petimetre a la moda de París, un afrancesado, en lugar de un tipo curtido, no sé, al estilo del Tempranillo o de Curro Jiménez.

De manera que me mantengo alerta, sintiendo a través de la tela el peso de mis ducados. O el tacto de la tarjeta de crédito, lo mismo da. Especialmente cuando comienzan con el flequillo, lo que me obliga a cerrar los ojos.

Buenas tardes.

Alguien se acomoda en el sillón de al lado y respondo a su saludo cual hidalgo, sin parar mientes en quién puede ser. Estaré cegado aún unos segundos. Aunque... esa voz...

De repente me entra una sensación como si toda la riqueza que llevo encima fuera a volatilizarse, igual que si viajara en diligencia por Sierra Morena y la misma voz diera un alto imperioso al cochero, al amparo de un trabucazo. Inquieto, arriesgándome a un trasquilón por girar la cabeza, compruebo la identidad del recién llegado.

Mis piernas flaquean, estoy perdido, no tengo posibilidad ninguna de escapar. Él también me mira brevemente, mientras comienzan a extenderle espuma por la cara para un afeitado a navaja, tal como corresponde a su reputación. He de resignarme a desprenderme de cualquier cosa que me exija: oro, reloj, anillos... Lo que él diga.

Como para llevarle la contraria a Curro Jiménez, precisamente. Anda que no sabía yo de pequeño de qué manera se las gastaba por la tele el rey de los bandoleros. Ahora está algo más envejecido, pero si se enfada y llama al Estudiante, al Algarrobo y al Gitano...


domingo, 26 de septiembre de 2010

Los cañones de agosto

Clave de lectura: Agosto de 1914: quedan días para el comienzo de la Gran Guerra.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Los planetas (Marte), de Gustav Holst ♪♪♪
Portada del libro Los cañones de agosto, de Barbara W.Tuchman.

Dicen que Los cañones de agosto, de Barbara W. Tuchman, era el libro que tenía Kennedy en la cabeza durante la crisis de los misiles cubanos.

Relata lo ocurrido en los albores de la Gran Guerra, en aquellas jornadas de verano de la Belle Époque, cuando una cadena de circunstancias que «nadie había empezado» llevó hasta el desastre.

Qué, quién, cómo, por qué, todos los aspectos van engarzándose en una escalada que atrapa con fuerza la atención.

A lo largo de sus páginas asistimos al ultimátum austrohúngaro sobre los serbios, el apoyo ruso a estos, la consiguiente reacción alemana, el gobierno de París activando su alianza con el zar, las presiones del káiser para traspasar la frontera belga hacia las Ardenas, la inmediata oposición británica...

Su tesis final consiste en que, llegados a determinado punto, por extraño que pueda parecer, resultaba más fácil desencadenar las hostilidades que modificar los horarios de los ferrocarriles transportando coordinadamente a las tropas hacia el frente. Ya no habría retorno.

Obra, en resumen, muy amena y esclarecedora.


jueves, 16 de septiembre de 2010

Nuevas historias de la Cochinchina

Ceremonia caodaísta en la iglesia de Tay Ninh.

Año 1921. Te llamas Ngo Minh Chieu y eres funcionario de la administración colonial de Indochina. El día ha pasado... Bueno, como cualquier otro, ni fu ni fa, con calor, humedad y tal. Te vas a una sesión espiritista, para variar un poco.

Anda, acaba de aparecerse un gran ojo de la nada, ahí delante de ti. A lo mejor quiere decirte algo, como quiera que sea capaz de hablar un ojo. No es cuestión de ser descortés, que con estas cosas nunca se sabe. Escucha, escucha.

¿Fundar una nueva religión? No se te había ocurrido, pero tampoco está mal pensado. Se empieza de cero y quién sabe adónde puede uno llegar... Por lo pronto el símbolo ya lo tienes, así, con esa ceja en forma de arco tan bien puesta.

Hay que diseñar la jerarquía. Primero, el Ser Supremo. Como su nombre es Cao Dai, denominas a tu idea caodaísmo. Después vienen los grandes profetas y santos. Básicamente se trata de elegir a unos cuantos que sean fáciles de recordar: Napoleón Bonaparte, por ejemplo. Y Lenin, y Victor Hugo, y Juana de Arco, y Churchill, y...

Por supuesto, los credos preexistentes tienen su parte de razón, eran pasos necesarios antes de que llegaras tú, la culminación de las revelaciones. Para la cosa teológica, picas un poco de aquí y de allá. Si los sumaras a todos sería la pera. Al que se venga contigo le haces obispo y le das una túnica: las tienes amarillas, azules y rojas. Casi como en el parchís.

El tinglado tiene ya los andamios medio puestos. Necesitas ahora un templo como Dios manda —nunca mejor dicho—. Nada de pagodas sencillitas, mejor algo que llame la atención, algo más... em... más kitsch. Un merengue de fresa y vainilla. Y empiezas a dibujar en tu cabeza los planos de la iglesia de Tay Ninh.

Ya verás, van a parar por allí turistas dándole al dedo como descosidos para sacar fotos. Para que terminen de flipar, ofréceles cuatro ceremonias al día con todos los fieles de blanco blanquísimo, hombres a la derecha y mujeres a la izquierda. La curia, que se siente delante. Ah, y el coro que no falte. Exige que sean jóvenes vírgenes, qué menos.

En fin, creo que ya lo llevas encauzado, a ver si mañana no hace tanto calor. Y recuerda, el ojo te mira...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Salomé

Una tarde de agosto. No hace el mismo calor que al mediodía, cuando permanecer un par de minutos bajo el sol podría provocar visiones de oasis con palmeras y cosas raras por el estilo.

Sin embargo, aún pega con fuerza, y acaba de cerrarse el semáforo para cruzar la calle. A esperar tocan. Madre mía, como tarde mucho...

—¡Mirad, ahí tenéis a Salomé!

Menudo brinco pego.

—¡Herodes la amaba, pero era un amor de lujuria! ¡Y ella bailó para él!

Efectivamente, el semáforo ha tardado demasiado. Me ha dado el sol en la cabeza y ya han aparecido las visiones.

Tengo detrás a un tipo con tupida barba de patriarca, sandalias y una gran cruz de madera sobre el pecho. Sólo le falta la túnica y el báculo. Y dice con voz estentórea que introduzca en mis pensamientos a una tal Salomé.

—¡Y bailó y bailó, y Herodes no pudo oponerse a su voluntad, y el precio fue la cabeza del profeta! ¡Tened cuidado, guardaos de las mujeres, alejaos de ellas, porque traen consigo la lujuria...!

Desde luego, aquí el amigo parece dominado por una idea fija. ¿Le habrá dejado la novia? A punto de iniciar un debate teológico, veo con el rabillo del ojo que el muñequito verde se ilumina y me da permiso para continuar.

Pues que se entere, cuando llegue a casa voy a poner la película Salomé de Carlos Saura, hala, con lo que me gustan la música de Roque Baños y la coreografía de los siete velos. Y la lujuria. Será aguafiestas...


lunes, 30 de agosto de 2010

Historias de la Cochinchina

Estas costumbres que voy a relatar me las contó un cubano que vivía en Saigón, de padre gallego y madre mezcla entre chino y africana.

Resulta que uno nace por estas latitudes y al llegar a cierta edad se da cuenta de que le gustaría encontrar una pareja y quererse los dos mucho, mucho. Vaya manera de copiar a los de otras latitudes... Solución: se va a la cafetería.

Allí, ¿qué se encuentra? Aparte de café, claro. A un lado del local, todas las chicas. Al otro, todos los chicos. En tierra de nadie, el intermediario, en ciertas culturas denominado camarero.

Supongamos que es un chico (ah, y además heterosexual, cuidadín con equivocarse porque las alternativas están fatal vistas). Se sienta, pide la consumición reglamentaria y despliega el radar óptico de búsqueda. Empieza a funcionar: bip, bip, bip...

Bipbipbipbipbiiiiiiiiiiip. Alerta de cercanía. Un objetivo se fija en la pantalla. ¿Que qué tiene de especial, dices? ¿Que se parece a todas las que están a su alrededor? ¿Cómo puedes no darte cuenta de que es única?

Las chicas siguen a lo suyo. O quizá estén a varias cosas a la vez, haciendo barridos con su propio radar. Cuando otro las ilumina, ocurre como en las películas de aviones, que saltan luces de aviso.

Ella no tarda demasiado en identificarle, recordemos que la mirada de él está fija cual besugo en papillote. Pero se guarda mucho de darse por aludida. En sucesivos y espaciados movimientos le regalará uno, dos, hasta llegar a tres segundos como máximo de contacto visual. Y eso, si realmente le gusta.

Tres segundos significan OK. El chico hace una seña al camarero. ¿Ves a aquella monada de allí? No, no, más a la derecha. No, no, ahora a la izquierda. Esa es, exacto. Pregúntale de mi parte cuál es su número de teléfono.

El camarero cumple eficazmente con su labor. Hola, ¿ves a aquel mozo de allí? No, no, más a la derecha, etc. (como si no supiera ella quién es). Que dice que si le das tu número.

Mostrando escaso entusiasmo, arrugando la nariz, bostezando claramente para demostrar que lo hace por lástima, estando el mundo lleno de pretendientes detrás de su palmito, la joven apunta la preciada información.

La cosa va rodada, ahora empieza la fase dos: los mensajes de texto. Tacatá, tacatá, tacatá, enviar. Mira, que soy de buena familia, mis intenciones son honorables, me gustaría tener tres o cuatro hijos... Le cuenta hasta el número del carné de identidad.

Y hala, tras un intercambio de horas, ya tenemos idilio. Si él ha jugado bien sus cartas, quedarán en encontrarse el próximo domingo. Dos opciones: el cine o pasear por el parque. Pero cuidado: en cualquiera de ellas, que ni se les ocurra, NI SE LES OCURRA hacer manitas. Que corra el aire.

Huy, relaciones prematrimoniales en la República Socialista de Vietnam. Si te pillan, la has hecho buena. Ostracismo puro y duro, nadie volverá a dirigirte la palabra, y eso en el mejor de los casos. Aquí, o pasas por el juzgado, o de lo otro ni hablar.

Y si a la pareja le sale una vena de locura, claramente antipatriótica y hasta antirrevolucionaria... ¿Adónde podrían ir? En un hotel del Estado lo primero es enseñar el libro de familia, que el Estado no es tonto y el colega de la recepción tampoco.

Prosigamos. Hace meses que se citan para sus paseos, y en lo que a ellos respecta han llegado a un acuerdo de futuro. Ya es tiempo de que ella les presente al chico a sus padres.

¿A papá le gusta? ¿No es un vago? ¿No bebe? ¿No fuma? ¿Tiene empleo? ¿Y moto propia? Bueno, podría ser, podría ser. Le doy permiso para continuar el cortejo, joven. ¿Que no acaba de entrarle bien del todo? Mala suerte, habría que volver a la casilla de salida. A seguir buscando.

Como moraleja de esta historia, sólo te digo: si alguna vez tienes la sensación de que ligar cada vez se está haciendo más difícil, piensa en una tierra del lejano oriente... y tiembla.


Chica vietnamita.

martes, 24 de agosto de 2010

Angkor Wat

Angkor Wat reflejada en el estanque.

He cruzado el puente sobre la laguna, protegido por serpientes de siete cabezas. He franqueado la puerta de la muralla. El sudor que desciende por mi frente me obliga a entrecerrar los ojos y, sin embargo, necesito mantenerlos abiertos, muy abiertos.

Paso el dorso de la mano por la piel humedecida y sigo adelante. Porque está ahí, aguardándome, llenando a cada paso mi asombrada pupila.

Cada torre se alza como un milagro. Tallados en las galerías, miles de relieves relatan escenas más propias de dioses que de seres humanos.

En el Ramayana, Rama con su arco, secundado por Hanuman al frente del ejército de los monos, se opone a las huestes del demonio Ravana, que ha raptado a su esposa, la princesa Sita.

Mas allá, en la epopeya del Mahabharata, chocan los dos reinos de los Pandavas y los Kauravas, cuyas tropas avanzan desde direcciones opuestas.

Asciendo al siguiente nivel. Paseo por los patios, al pie de las elevaciones con forma de loto, una en cada esquina, rindiendo homenaje a su hermana principal en el centro.

Al principio era la morada de Vishnu, solo soberanos y altos sacerdotes tenían derecho a hollarla. Más tarde se cincelaron imágenes de Buda. Quiero verlas más de cerca, subo nuevamente por los empinados escalones y alcanzo la cima.

El olor a incienso es signo de que el templo se encuentra aún activo. Desde allí, en cualquier dirección, lo rodea el mar vegetal que lo ocultó durante centurias.

Son incontables los restos, algunos restaurados por los arqueólogos, otros preservados en el mismo estado en que se hallaron, con raíces y troncos de árboles que abrazan sus muros. Simbólicamente, sobre las mismas losas que piso nace un arbusto en flor.

Y deseo darle gracias a la vida por haber tenido la oportunidad de llegar a este lugar. Y en el momento de abandonarlo vuelvo de continuo la cabeza, como si al segundo siguiente el sol fuera a llevárselo en su carrera por alcanzar los límites del horizonte.

Es entonces cuando susurro su nombre, suavemente: Angkor Wat…

miércoles, 28 de julio de 2010

El duelo

Lugar: un autoservicio de comidas que no recomendaría a nadie a este lado del río Pecos. Hora: el día ha sobrepasado ya su cenit. Los habituales del lugar dan vueltas, comprobando el contenido de los diferentes potes, ollas y sartenes, recelosos de acallar los gruñidos del estómago con las poco apetitosas propuestas del cantinero.

Yo también merodeo entre la multitud, oteando dónde podré sentarme. En el horizonte distingo un sitio vacío. A cada paso que doy para alcanzarlo, antes de que otro más rápido me lo arrebate, el cuchillo y el tenedor van entrechocándose sobre mi bandeja con un sonido argénteo, semejante al de espuelas: clin, clin, clin...

El camino se estrecha, se convierte en un desfiladero: debo pasar entre dos grandes mesas y sólo cabe una persona a la vez. En ese mismo momento, un grupo viene en sentido contrario, acaudillado por alguien con la misma determinación. Se detiene. Me detengo. Nos miramos escrutadoramente a los ojos...

Los halógenos del techo inciden sobre nuestras facciones, llenándolas de aristas de luz y sombra. A pesar del aire acondicionado, una gota de sudor se forma en las sienes. El tiempo ha quedado casi suspendido. Cuando por fin vuelvo a mover los músculos de mis piernas, es como si todo ocurriera a cámara lenta.

Retrocedo. Me aparto. Se cierne sobre mí la amarga derrota, planeando con sus alas de zopilote. Él cruzará primero.

Al fin y al cabo, se trata del presidente de mi empresa. Demasiado sheriff para un humilde pistolero.


lunes, 19 de julio de 2010

South Pacific

Segunda Guerra Mundial en una isla del Pacífico Sur. Nellie es enfermera de la marina estadounidense y Emile, francés, dueño de una plantación. Los dos se han enamorado. Los dos creen que no son correspondidos.

¿Cómo podría quererme? —piensa Nellie—. Es tan atento, tan culto, tan cosmopolita, y yo sin embargo no había salido nunca de Arkansas. Jamás se fijaría en alguien como yo.

¿Cómo podría quererme? —piensa Emile—. Es tan joven, tan natural, está tan llena de vida... Podría tener a quien ella quisiera. Jamás se fijaría en alguien como yo.

El teniente Cable llega desde Guadalcanal para preparar con otros oficiales una peligrosa misión. Emile ha vivido en la zona adonde se dirige, ocupada ahora por los japoneses. Les vendría muy bien que fuera su guía.

Nellie piensa que en realidad apenas conoce a ese hombre. Asegura a las demás enfermeras que va a quitárselo de la cabeza sin problemas. Vuelven a encontrarse y él se juega el todo por el todo: le pide que se casen. Ella acepta.

Hay tramas paralelas con el marinero Billis, mujeriego empedernido, y Bloody Mary, vendedora tonkinesa de faldas de hoja de palma, así como con su hija Liat y el teniente Cable.

Emile rechaza tomar parte en la misión que le solicitan, no quiere separarse de Nellie. Organiza una fiesta para que conozca a sus amigos. No pueden contener su felicidad por estar juntos y rememoran todo lo ocurrido los últimos días.

Finalmente, le presenta a Jerome y Ngana, dos niños encantadores. ¡Sorpresa!, son sus hijos. Y su piel no es blanca, ya que Emile había estado casado con una mujer nativa. En el mundo de Nellie, los blancos están a un lado y los demás al otro, no se puede cruzar esa línea. No tiene más remedio que abandonarle.

El teniente Cable también ama a Liat, y también sabe que es algo imposible. Le explica a Emile que Nellie o él mismo no han nacido con prejuicios raciales, sino que les han sido inculcados por la sociedad desde pequeños. No les es fácil evitarlos.

Emile acepta entonces acompañarle en su misión, ya nada importa. Gracias a ellos, los bombarderos hunden unos buques enemigos y comienza una gran ofensiva. A cambio, zeros nipones acribillan a Cable. Emile escapa milagrosamente, pero es dado por desaparecido.

Nellie conoce los informes. Arrepentida, desesperada, se da cuenta de su error. ¿Es demasiado tarde? Los niños le enseñan una canción: Dites-moi, pourquoi la vie est belle. Emile llega y se une al coro. Familia feliz, público feliz, final feliz.

South Pacific. Música de Richard Rodgers, letra de Oscar Hammerstein II. Un clásico de Broadway.


viernes, 16 de julio de 2010

La fuga de Logan

Clave de lectura: Huida de una sociedad futurista llevada al cine.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: La fuga de Logan, de Jerry Goldsmith ♪♪♪
Portada del libro La fuga de Logan, de William F. Nolan y George C. Johnson.

La fuga de Logan, novela escrita por William F. Nolan y George Clayton Johnson, dio origen a una película y a una serie televisiva. Sus protagonistas viven en el año 2116, en una sociedad donde las necesidades de los ciudadanos están previstas y cubiertas por el Pensador, un cerebro electrónico omnisciente. Para ser feliz no hay más que dejarse llevar.

La única pega sería que todos han de morir a los veintiún años. Perdón, morir no: someterse al sueño. Debido a la superpoblación y las guerras de siglos pasados, los recursos del planeta están limitados a un número fijo de personas. Un cristal implantado en la palma de la mano cambia de color para avisar de que va llegando el momento.

El triunfo del sistema es que la gente haya interiorizado ese destino, excepto un grupo de rebeldes. Cierto rumor hace referencia a un santuario donde vive Ballard, un viejo de más de veintiuno. Una leyenda sin fundamento, claro está. Pero Jessica 6 cree en ella y quiere escapar.

Logan 3, por su parte, es un vigilante. Tras abatir a uno de los rebeldes, hermano gemelo de Jessica, comienza a investigar en su entorno. Y bueno, como suele ocurrir, chico conoce a chica, chica cambia la forma de ver el mundo de chico.

Ahora les toca correr, mientras Francis, el antiguo compañero de Logan, les pisa los talones. Rápido, rápido...


sábado, 3 de julio de 2010

En el banco

Un montón de billetes.

Paso a primera hora de la mañana por el banco, a hacer una gestión. Ningún otro cliente, sólo la señorita que me atiende y la directora de la sucursal, hablando por teléfono en su despacho.

Entro y expongo el motivo de mi visita. La señorita sonríe. Varios fajos de billetes alineados sobre su escritorio indican que se fía de mí, es como si me estuviera enviando un mensaje: Venga, agarra el dinero, ráptame, huyamos en un deportivo rojo descapotable y hagamos locuras. Yo seré tu Bonnie y tú serás mi Clyde...

Pero siéntate, por favor. La directora ha salido del despacho y rompe el momento. Has venido a invertir, ¿a que sí? Déjame que te explique: bonos, fondos, planes de pensiones, bla, bla, bla...

No, no, no... Prefiero la imagen anterior. ¿Cuántos habrán sucumbido a ese perverso plan de los agentes del capital? ¿Cuántos habrán llegado aquí únicamente para recoger o entregar tal o cual papel y han sido convencidos de entregar sus escuetos ahorros a la voraz maquinaria del sistema? Ah, pero no podréis conmigo. Vámonos, Bonnie...

martes, 29 de junio de 2010

Elegía estonia

Clave de lectura: Remembranza del naufragio del Estonia.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Estonia, de Marillion ♪♪♪
Portada del libro Elegía estonia y otros poemas, de Jüri Talvet.

Alrededor de la una de la madrugada, el agua comenzó a entrar a bordo.

El poeta fue leyendo, cortando con la roda de su voz el áspero oleaje, el hiriente viento, la noche sin perdón que surgía de las páginas del libro.

Por unos momentos, el Estonia volvió a la vida. El gran buque navegó una vez más a través del Báltico.

El pasado, el presente, los planes de futuro, los ochocientos cincuenta y dos sueños interrumpidos. Por unos momentos, todo retornó con él desde la negra gelidez abisal.

Tras el último silencio, aquellos locos que habíamos acudido a escucharle nos acercamos con nuestros ejemplares.

El poeta fue preguntándonos los nombres, charlando unos minutos con cada uno de nosotros, escribiendo la amable dedicatoria en su interior.
No, no puede ser verdad.
Calambres de perplejidad atenazaban aquella mañana la garganta.
Gravedad de plomo en los pies, como si la tierra nos sorbiera hacia sus raíces
igual que el agua los sorbía a ellos, criaturas desnudas, súbitamente,
desde la ensoñación de sus lechos hacia sus senos fríos como el hierro.
Era Jüri Talvet, era Elegía estonia y otros poemas.


miércoles, 16 de junio de 2010

Resumen (musical) del día en la oficina

Boots Randolph: Yakety Sax.


domingo, 13 de junio de 2010

Astrid y Veronika

Clave de lectura: Intimismo y soledad unen a dos mujeres en apariencia diferentes.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: One Life, de Lisa Ekdahl ♪♪♪
Portada del libro Astrid y Veronika, de Linda Olsson.

Hoy es un buen día para comentar la novela Astrid y Veronika, de Linda Olsson.

Veronika es una joven escritora que, tras perder a su novio en un accidente, se instala en una casa de campo del interior de Suecia.

Su vecina Astrid es una mujer mayor que prácticamente nunca ha salido del pueblo y que no habla con nadie.

En apariencia, ambas tienen poco en común, excepto la búsqueda de la soledad.

Y sin embargo, será eso mismo lo que las una de forma imprevista, iniciando una relación amistosa que entrelazará sus respectivos pasados, sus recuerdos y emociones ocultas.

Porque, cuando alguien nos ayuda a sacar nuestros secretos a la luz, puede hacer que cambie nuestra vida.

Tras este argumento encontramos una obra muy bien escrita. Los personajes son de carne y hueso, y la descripción de todo lo que pasa por su cabeza y de sus reacciones resulta absolutamente verosímil.

Seguí con agrado el ritmo intimista de la historia hasta el final, y por ello no tengo dudas en recomendarla.


jueves, 3 de junio de 2010

Podemos recordarlo todo por usted

Douglas Quail acude a una compañía especializada en implantar recuerdos artificiales pero totalmente vívidos, como los de verdad. Contraviniendo las advertencias de su mujer acerca de gastos inútiles en la economía familiar, desea tener conciencia de una temporada en Marte, en el papel de agente secreto.

Todo va bien hasta que los técnicos se encuentran con un problema inesperado: parece que Quail ya hubiera estado antes en el planeta rojo y que alguien le hubiera bloqueado esa parte de la memoria. A partir de entonces, ¿en quién podrá confiar? Para empezar, su mujer... ¿es realmente su mujer?

Si estáis familiarizados con el argumento es quizá porque habéis visto la película Desafío total, con Schwarzenegger en la piel del esforzado héroe. No obstante, se trata originalmente de un relato escrito por Philip K. Dick, Podemos recordarlo todo por usted, que confirma a este visionario autor como una de las más caudalosas fuentes de ideas para guiones de Hollywood.

Disfrutad con los impactantes sones de Jerry Goldsmith surgiendo de los altavoces.



sábado, 22 de mayo de 2010

El diario de Géza Csáth

Clave de lectura: Proceso de enloquecimiento del escritor Géza Csáth.
Valoración: Pues... ✮✮✩✩✩
Música: Rapsodia húngara nº 2, de Ferenc Liszt ♪♪♪
Portada del libro El diario de Géza Csáth.

Géza Csáth era primo de mi admirado Dezső Kosztolányi, lo que significa genes familiares de gran escritor. Además componía música, tocaba el piano y el violín, pintaba, era médico, psiquiatra...

En el prólogo a El diario de Géza Csáth, título bajo el que se han publicado sus fragmentadas memorias, se señala que fue un autor prohibido en Hungría durante la época comunista, debido a su catalogación como «burgués decadente».

En realidad, más que decadente, lo que ocurrió es que no estaba bien de la cabeza. Este libro es una descripción en primera persona de su proceso de locura.

Comienza cuando se instala en la consulta del balneario de Stubnya, donde cualquier paciente, enfermera, camarera, visitante, madre, hija, sobrina, soltera, casada, viuda, era incapaz de resistirse a su pasión. Aparte de su prometida oficial y futura esposa, claro está.

Página a página, sigue relatando la gran juerga. Y no tarda mucho en hacerse visible una coprotagonista: la morfina.

Sin problemas para conseguir la droga, dada su profesión, Csáth se convierte en un yonqui antes de que se hubiese inventado la palabra. Cada vez más dosis, cada vez placeres más desaforados...

Al final, paranoico perdido, mata a su mujer y se suicida.

Un señor complicado, por decirlo suavemente.


miércoles, 28 de abril de 2010

A tu sombra sin cuerpo...

Ramo de rosas rojas.

Hoy, una vez más, reclama la noche
el tributo que le niegan mis ojos.
Malherido de oscuridad,
me arrebata por fin su memoria.

A tu sombra sin cuerpo estoy atado.

A tu sombra sin cuerpo, a tu ausencia
que es presencia cierta,
a esta sombra que eres tú, hecha de aire
que no puedo respirar,
que no puedo tocar,
silente,
que nunca responderá si la llamo amor.

Descansas ahora, tan inmóvil,
que para no despertarte
mi pecho se ha detenido.

Contemplo a ciegas tu rostro,
cada mínima curva, la más pequeña
huella de una sonrisa tuya
que explique el porqué del mundo.

Te beso.

Y en el último momento,
en la última oportunidad antes
del alba,
de que leve te desvanezcas,
del adiós,
será el recuerdo de ese beso, de tu sombra,
de lo que no ha ocurrido,
lo que me devuelva
de nuevo la vida.

Inmensa plenitud
de ti.

miércoles, 21 de abril de 2010

La ignorancia

Clave de lectura: Las diferentes caras de la memoria entre Irena y Josef, tras años de exilio.
Valoración: Muy bueno ✮✮✮✮✮
Música: Sinfonía nº 8 (III.Allegretto grazioso), de Antonín Dvorák ♪♪♪
Portada del libro La ignorancia, de Milan Kundera.

En La ignorancia, la verdadera protagonista es la memoria. Mejor dicho, las diferentes caras de la memoria. Porque los mismos hechos tienen significados dispares para cada personaje.

Irena y Josef se cruzan en el aeropuerto de París, tiempo después de su primer encuentro de juventud. Son dos exiliados checos que viajan a Praga tras la caída del muro. Un lugar del que las calles y hasta la forma de hablar de la gente les parecen ahora ajenas.

Ella reconoce a aquel hombre que una vez la miró intensamente en una cervecería. Él no la recuerda en absoluto, pero no se atreve a confesárselo.

Irena está ilusionada. Quizá pudiera ocurrir algo entre ellos al fin. Quedan en llamarse para salir a cenar la noche anterior al vuelo de regreso.

Hasta entonces, cada uno recorrerá de nuevo su vida, las personas que han dejado atrás, las sensaciones, los detalles en apariencia insignificantes que los han convertido en quienes son. ¿Y quiénes son en realidad?

Milan Kundera... Escritor de los que se elevan por encima de la mayoría. De esos elegidos que, incluso cuando producen una obrita «menor», nos regalan algo especial.

¿Se me nota la admiración? Pues eso.


domingo, 18 de abril de 2010

La luz

Luz flotando en medio de la oscuridad.

La luz.
Detrás de mí,
o delante, o a un lado,
o quizás al otro, no estoy seguro
(estaba ebrio,
ebrio de vida).
La luz.
Tan cerca,
que casi hubiese podido
tocarla,
arder,
consumirme en ella.
La luz.
Difuminándose
paso a paso,
dejándome aquí,
vacío, sin nada,
sin nada.
La luz.

viernes, 2 de abril de 2010

La cabeza de mi padre

Clave de lectura: ¿Cómo encontrar tu lugar en el mundo si eres un emigrante húngaro en Argentina?
Valoración: Estimable ✮✮✮✩✩
Música: Por una cabeza, de Nicola Benedetti ♪♪♪
Portada del libro La cabeza de mi padre, de Kalman Barsy.

En La cabeza de mi padre, Kalman Barsy nos presenta a una familia húngara que emigra a Argentina. Y a continuación relata de qué manera afecta esa nueva vida a cada uno de sus miembros.

Zoltán, el padre, transmutado en Zoilo, añorará hasta el fin de sus días los picantes sabores culinarios que la esforzada madre no puede reproducir con los ingredientes locales.

El hijo mayor, Laci, de espíritu aventurero, se convertirá en el modelo cuya memoria planea sobre su hermano Attila.

Y este, el narrador, favorablemente dispuesto a las costumbres del país de acogida, será no obstante considerado con displicencia por quienes consideran que «húngaro» y «gitano» vienen a ser lo mismo.

Una novela estimable que gira alrededor de dos ideas: el sentimiento de pertenencia a un lugar y la falta de reconocimiento a los esfuerzos cuando se vive bajo la sombra de alguien más popular.

Para todos, a un lado y otro de la mar, un saludo.


viernes, 26 de marzo de 2010

Hace mucho tiempo...

..., en una galaxia muy, muy lejana...,

John Williams hizo nacer una música que siempre nos dará fuerza.


martes, 23 de marzo de 2010

In memoriam

Flores para el recuerdo.

Recuerdos.

Hay ciertos momentos en que cerramos los párpados del presente, abrimos a cambio los ojos del alma y respiramos y vivimos...

De recuerdos.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Hormiguero

Clave de lectura: Sentimientos de mujeres aisladas del mundo.
Valoración: Hermoso libro ✮✮✮✮✮
Música: Carol of the Bells, de George Winston ♪♪♪
Portada del libro Hormiguero, de Margit Kaffka.

Hoy tenemos una hermosa novela de Margit Kaffka: Hormiguero.

Publicada por vez primera en 1917, la acción transcurre en el interior de un convento de monjas.

Allí coinciden hermanas de todos los rincones del Imperio austrohúngaro, con sus respectivas lenguas y costumbres, así como jóvenes novicias y alumnas de magisterio. Los únicos hombres con quienes tienen un trato habitual visten sotana.

Asistimos en este escenario a la enfermedad de la madre superiora, ya anciana, que ha de ser pronto sustituida en asamblea. Subrepticiamente al principio, y de forma declarada según se acerca el momento de la votación, van formándose tendencias que empujan a favor de modernizar las estrictas reglas de la comunidad o por mantenerse fieles a las tradiciones.

Y la adscripción a uno u otro bando tiene mucho que ver con las admiraciones que despiertan las candidatas. Unas simpatías reflejadas en detalles sutiles: miradas, sonrisas, gestos, susurros...

En su pequeño mundo, detrás de los muros que les sirven de frontera, esas mujeres experimentan las mismas emociones que el resto de la humanidad.

Celos, ira, incertidumbre, deseo de agradar, amistad, alegría, confusión… Quizá, incluso, algún brillo en la pupila no permitido. Tan leve como el sol de invierno.

Porque los afectos pueden convertirse en el centro de nuestra vida, dándole así su verdadero significado. Pero también ahogarse inconfesos, en profundísimo silencio.

Lo que nunca resulta fácil es hacerlos desaparecer.


martes, 2 de marzo de 2010

La bruja de abril

Clave de lectura: ¿Qué vida habría vivido Desirée de no haber sido abandonada?
Valoración: Muy recomendable ✮✮✮✮✩
Música: När en vild ros slår ut, de Eva Dahlgren ♪♪♪
Portada del libro La bruja de abril, de Majgull Axelsson.

Un breve comentario sobre La bruja de abril, de Majgull Axelsson.

Desirée, la protagonista y narradora, fue abandonada de pequeña debido a una lesión cerebral que ha ido empeorando con el tiempo. Ya sólo puede comunicarse soplando por un tubo conectado a un ordenador.

La única persona que se interesa por ella es el doctor Hubertsson, que casualmente había conocido a su madre.

Esta, que nunca quiso saber nada de su hija, acogió sin embargo a otras tres niñas hasta que una enfermedad la postró en una cama de hospital y obligó a que fueran devueltas a sus familias biológicas o reubicadas en otras nuevas.

Gracias a la información que le suministra el doctor, Desirée se determina a averiguar cuál de aquellas niñas, ahora ya mujeres, está disfrutando de la que hubiera debido ser «su vida».

Ayuda a su propósito un don único: la capacidad de liberar su espíritu y abandonar ese cuerpo que no funciona, introduciéndose en otros, viéndolo todo a través de ojos ajenos.

Relato complejo, intenso, absorbente. Plenamente recomendable.


sábado, 20 de febrero de 2010

El buen alcalde

Clave de lectura: Amor que sí, amor que no... La historia de Tibo y Agathe.
Valoración: Bienintencionado, pero le falta ritmo ✮✮✮✩✩
Música: Quiet City, de Aaron Copland ♪♪♪
Portada del libro El buen alcalde, de Andrew Nicoll.

El libro al que hacemos hoy los honores es El buen alcalde, de Andrew Nicoll.

En la pequeña ciudad de Dot, perdida en algún lugar de largos inviernos, hace años que Tibo Krovic es la primera autoridad municipal. Todos le conocen por su sobrenombre: el buen alcalde Krovic, ya que persona más amable no hay en el país. Cualquiera puede pararle en la calle y conversar con él, sabedor de que sus demandas serán atendidas. Así, bajo el reloj de la catedral que da perezosamente las horas, la vida transcurre plácida para los dotianos.

Bueno, no tan plácida. Hektor, un artista bohemio y macarra, es asiduo visitante de los juzgados, donde le defiende el obeso abogado Yemko Guillaume. Y su primo Stopak pasa más tiempo en la taberna de Las Tres Coronas que en su trabajo como empapelador. De manera que la señora Stopak, Agathe, se siente dejada de lado por mucho que se compre lencería fina o cocine sugerentes platos. Una pasada tragedia ensombrece el matrimonio.

¿Y el propio alcalde? También sufre un problemilla propio: está secreta y perdidamente enamorado de Agathe, que trabaja con él como secretaria en el ayuntamiento. Ah, no nos olvidemos de otro personaje importante: la anciana Mamma Cesare, dueña del café El Ángel Dorado y descendiente, según se ufana, de un largo linaje de hechiceras. Ni de una troupe de fantasmas circenses que tendrá su principal papel en el desenlace. Ni tampoco de santa Walpurnia, la patrona de Dot, una virgen barbuda que resulta ser la narradora de la historia.

Resulta paradójico que el pilar de la novela, el intento de transmitir vibraciones positivas, se convierta al mismo tiempo en su punto más débil, a mi modo de ver. La razón es el moroso ritmo en espiral elegido por Nicoll para que el lector se sienta cómplice de los dos protagonistas.

Así, vamos por la página 123 cuando Tibo se arma de valor para invitar a comer a Agathe. En la 171 se encuentran un sábado «por casualidad». Por la 200 o así, ya tenemos claro que también ella se ha enamorado, pero ninguno se decide a dar el primer paso. Al llegar a la 216, Agathe muestra su malhumor por que el alcalde aún no la haya desnudado con frenesí. Entonces entra otra vez en escena Hektor y todo cambia de rumbo. Vaya, empiezan a pasar cosas. Sólo que estamos a mitad del relato.

Otro posible aspecto a discutir sería que ese nuevo rumbo deriva en una extraña mezcla de géneros, coronada por un pasmoso final. Pero pelillos a la mar: seamos indulgentes con las inconsistencias y dejémosla como una obra de tono agradable, con buenas intenciones, que se deja recorrer sin problemas.

Hala, a sufrir con esos corazones rotos, yo me voy de cervezas al equivalente a Las Tres Coronas de mi barrio.


miércoles, 17 de febrero de 2010

Foto en Lepanto

Estatua de Cervantes en Lepanto, Grecia.

Un miserable y vil felón, bellaco, rufián, fementido, carne de galera, se atreve, ¡se atreve! a decir que Dulcinea es un vulgar ser de carne y hueso, no la más maravillosa princesa jamás soñada, y que se llama Aldonza.

¡Y me lo suelta a mí, en mis propias barbas!

Malhaya esas palabras, que yo haré prontamente que se trague.

Más le vale correr presto, porque a mandoble limpio he de verle arrastrarse por el suelo, humillándose ante la más fermosa figura, la más alta dama de todas las ínsulas y reinos que en el mundo han sido.

Pondrá su lindo pie sobre su cabeza y le suplicará le conceda el gran honor de ser su siervo, voto a tal. Voy a buscar mi adarga, que no sé dónde la he dejado...

domingo, 7 de febrero de 2010

Un frío amanecer

Un globo asciende al amanecer.

Un frío amanecer.

Encendimos el fuego. La inmensa tela comenzó a hincharse, hasta que sólo las amarras pudieron retenerla.

Entonces, zarpamos.

El valle quedó lejos. Ascendimos más y más, navegando en busca de los vientos.

Pronto aprendí a escuchar los sonidos que me rodeaban. La llama que portábamos a bordo se confundió con mi propia respiración.

Mis ojos abarcaban el horizonte, mis manos querían tocarlo.

Aunque todo viaje tiene un final.

También cuando desconocemos el destino, cuando cada segundo es un minuto, cada minuto una hora, cada hora un día, cada día un año.

Cada año una vida.

Retornamos a tierra.

Y la vida continuó.

lunes, 1 de febrero de 2010

Las estrellas, mi destino

Clave de lectura: ¿Por qué abandonaron a Gully Foyle en el espacio? ¿Cómo logró sobrevivir?
Valoración: Un clásico de la ciencia ficción ✮✮✮✮✩
Música: Apollo 13, de James Horner ♪♪♪
Portada del libro Tigre, tigre (Las estrellas, mi destino), de Alfred Bester.

Nos encontramos en el siglo XXV y la historia humana ha cambiado muchísimo desde que un tal Jaunte descubrió nuestra capacidad para teleportarnos con el poder de la mente. Es decir, jauntear.

Cierto que existen limitaciones, pues hasta el momento sólo es posible trasladarse a sitios que uno ya conozca y no más lejos de mil quinientos kilómetros. Pero quizá ese escollo acabe superándose para bien de la exploración del universo.

Y de las oportunidades mercantiles, por supuesto.

Porque el interés de las multinacionales por aumentar su cuota de mercado puede llevar hasta la guerra entre planetas.

Mientras tanto, debido a la amnesia, el mecánico de tercera Gully Foyle no logra aclararse. Las únicas imágenes del pasado que acuden a su mente corresponden a la nave en que viajaba, que resultó destruida, y a otra nave que, en lugar de rescatarle, le abandonó a su suerte.

De forma inverosímil pudo salvarse, aunque fuerzas poderosas le persiguen desde entonces y no entiende la razón. Por ello ha de camuflar su identidad y, sobre todo, no dejar traslucir emociones que le hagan enrojecer o encolerizarse. Pues cuando la sangre acude a su rostro... Algo pasa, vamos.

Tigre, tigre, de Alfred Bester (también editada con el título de Las estrellas, mi destino) es una fantasía interestelar con elementos detectivescos, un clásico del género apto para el niño y la niña.

La recomendación de hoy.


miércoles, 20 de enero de 2010

Cenizas

Fuego y cenizas

Mana fuego de la tierra. Respiro fuego. Me quemo por dentro, lentamente.

Dicen que quien nada espera, nada puede perder.

Por eso anhelo deshacerme de la esperanza. Por eso sueño con no soñar.

Mientras tanto, avanzan imparables las cenizas.

No lo conseguiré.

domingo, 17 de enero de 2010

Maldito karma

Clave de lectura: De hormiga a ser humano en nada sencillos pasos.
Valoración: Muy gracioso ✮✮✮✮✩
Música: Antz, de Harry Gregson-Williams y John Powell ♪♪♪
Portada del libro Maldito karma, de David Safier.

Hacer felices a los demás es fundamental para asegurarnos una satisfactoria reencarnación en nuestro largo camino hacia el nirvana. Porque la ausencia de buen rollo, portarse de forma egoísta, podría tener como efecto que volviéramos a nacer con seis patas, dos antenas y un gran abdomen, por ejemplo. Y la existencia en esas condiciones no es la más cómoda imaginable. Que se lo pregunten a Casanova. O a Kim Lange.

En Maldito karma, David Safier nos ofrece conocer mejor a ambos personajes. Kim es una presentadora de televisión casada con Alex, un hombre encantador. Sus éxitos profesionales, coronados con una nominación al premio más prestigioso del ramo, colman cualquier ideal que una chica crecida entre bloques de cemento prefabricados en Alemania del Este hubiera podido soñar.

Cierto que su relación de pareja se encuentra algo deteriorada, pues no se sube en la escala social sin hacer renuncias en lo personal. Cierto también que ha pisado unas cuantas cabezas en esa ascensión, y que despierta por lo tanto pocas simpatías entre sus colegas. Pero, ¿qué importa? Va a llevar un vestido exclusivo de Versace en la entrega de galardones. Perfecto, todo perfecto.

Si no fuera porque el lavabo de una estación espacial fuera de órbita, al precipitarse sobre la Tierra, la pilla justo debajo. Y cuando abre de nuevo los ojos, es el colmo: se ha reencarnado en una hormiga, con la natural indignación hacia Buda y sus estúpidas reglas.

¿De qué manera volverá al mundo de los humanos? Parece que va a necesitar la ayuda de otro insecto con más experiencia, ciento quince vidas ya, y motivos más que suficientes para quejarse de su actual cuerpo: el signore Giacomo Casanova.

La historia es francamente simpática. Kim habrá de pasar del orden de los himenópteros a otros superiores, llevando a cabo acciones meritorias que le permitan recuperar a su familia. Y no le conviene perder demasiado tiempo, pues su mejor amiga de juventud, Nina (a quien Casanova considera un ejemplar bípedo de arrebatadoras características físicas), se muestra muy interesada en seducir a su marido.

Sin desvelar más, no lo dudéis: lectura recomendada.


lunes, 11 de enero de 2010

Capricho

—Oye, Patrick, esta salsa está buenísima, ¿la has preparado tú?
—Eh... Gracias, pero creo que...
—¿Cuál es la receta?
—¿Del guacamole? Pues básicamente, aguacate y...
—Espera, espera. Chicas, venid y probad lo que ha traído Patrick a la fiesta.
—Si es que yo...
—Ya ves, a mis amigas también les gusta, creo que vamos a llevarnos bien. ¿Qué más sabes hacer, Patrick?
—Uh...
—Vaya, tú no hablas mucho, ¿verdad?
—Sí. No. A veces. No me llamo Patrick.
—Ay, qué gracioso, ja, ja, ja. Deja que te mire... Tienes cara de Patrick. Por lo tanto, eres Patrick. Yo soy Linda.

Y con el nombre de Patrick tuve que quedarme.


martes, 5 de enero de 2010

Ya vienen, ya vienen…

Fresco de tres reyes.

Escribimos nuestra carta con ilusión infantil. ¿Qué pediremos?

Hay corsarios y filibusteros, ávidos de botín. Hay mohicanos, los últimos de su estirpe. Hay robots de corazón casi humano y más de un humano sin corazón. Hay gigantes de un día y liliputienses al siguiente. ¡Tierra, tierra! ¡Paso al correo del zar!

Como el vilano, nos posee un espíritu alado. Dos gacelas gemelas respiran, palpitantes, y con los labios trémulos de deseo seguimos a la apasionada andaluza hacia la perdición.

Nos deslizamos por lianas. Cabalgamos por la Tierra Media. Nos hacemos invisibles. Descendemos al infierno, volamos hasta la Luna, cruzamos el espejo, rompemos nuestras cadenas de esclavos.

Desde un estante nos recuerdan que la vida es sólo un sueño, desde otro nos observa el ojo de cierto hermano. Más allá nos llama un rumor de quimeras, un eco, un susurro de adiós. Volvemos a casa por mares de leyenda, con el nombre de la princesa de Troya escrito indeleble en la piel.

Desafiamos a todos los guardias del cardenal, reímos, lloramos en silencio, conocemos a cronopios y famas, a los rudos habitantes de Cimmeria, nos inclinamos ante el Gran Khan. Asistimos a la gloria y a la ruina de Ávalon.

Hay que decidirse. Ya vienen los Reyes.