viernes, 27 de noviembre de 2009

Extrañas rocas del desierto

Bidón de carburante de la Segunda Guerra Mundial en el desierto.

Lo encontré semienterrado en la arena.

Más bien clavado a ella, como una roca que hubiera surgido ahí, en ese mismo lugar, hace millones de años, y ahí fuese a pervivir hasta el fin de los tiempos.

Pero había sido hecho por el hombre.

Sus bordes redondeados, la pátina de su superficie, su tacto cuando toqué las letras grabadas, así lo demostraban.

Quienes extrajeron el metal de la tierra, quienes lo fundieron, lo laminaron, le dieron forma cilíndrica y escribieron palabras de aviso, no tuvieron pensamientos de paz en la cabeza.

Innumerables hermanos suyos se habían alineado en la cadena de montaje y los tiempos no estaban, de todas maneras, para ese tipo de tonterías.

Doscientos litros de carburante. Inflamable. Wehrmacht, 1942.

Ecos de cadenas deslizándose, movidas por sedientos y rugientes motores diésel, humo, gritos, explosiones.

Ahora, en algún lugar del norte de África, junto al viejo bidón para alimentar las ansias de los carros de combate, calma.

Silencio...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Extrañas del todo estas rocas inflamables.
Un saludo

Winnie dijo...

Excelente reflexión. Siempre me haces pensar..Besos y buen finde

Martikka dijo...

Me quedé pensando en ese día silencioso...

La Dame Masquée dijo...

Monsieur, cuando hay carros de combate en la historia, siempre es mejor el silencio. Esperemos que no se rompa, y que los doscientos litros sigan durmiendo su sueño eterno.

Feliz fin de semana

Bisous

Anónimo dijo...

Y a todas estas,¿a qué será debido que se me haya llegado a estos vericuetos de mi cerebro una escena de 'Rommel, el zorro del desierto'?. Tengo que hacerme mirar esto........

Anabel Botella dijo...

¡Cuántas historias habrán sucedido a nuestro alrededor sin que nosotros los sepamos! Al menos disponemos de la imaginación.

Un besito ;)