viernes, 27 de noviembre de 2009

Extrañas rocas del desierto

Bidón de carburante de la Segunda Guerra Mundial en el desierto.

Lo encontré semienterrado en la arena.

Más bien clavado a ella, como una roca que hubiera surgido ahí, en ese mismo lugar, hace millones de años, y ahí fuese a pervivir hasta el fin de los tiempos.

Pero había sido hecho por el hombre.

Sus bordes redondeados, la pátina de su superficie, su tacto cuando toqué las letras grabadas, así lo demostraban.

Quienes extrajeron el metal de la tierra, quienes lo fundieron, lo laminaron, le dieron forma cilíndrica y escribieron palabras de aviso, no tuvieron pensamientos de paz en la cabeza.

Innumerables hermanos suyos se habían alineado en la cadena de montaje y los tiempos no estaban, de todas maneras, para ese tipo de tonterías.

Doscientos litros de carburante. Inflamable. Wehrmacht, 1942.

Ecos de cadenas deslizándose, movidas por sedientos y rugientes motores diésel, humo, gritos, explosiones.

Ahora, en algún lugar del norte de África, junto al viejo bidón para alimentar las ansias de los carros de combate, calma.

Silencio...

lunes, 23 de noviembre de 2009

Sirenas

Barca sin marinero.

Me llamaba, podía sentir su voz. Un golpe tras otro, un latido tras otro, me fui acercando.

Carcajadas sin rostro llenaban el viento tras de mí, pero yo no les prestaba atención.

Hasta que por fin atravesé el borde del mundo.

Un último salto, un breve albor rodeado de oscuridad, un súbito vacío y...

Sería suyo.

Para siempre.

He oído decir a los viejos marinos que no soy el primero, que sólo los huesos de los ahogados son ya inmunes a esa llamada.

La llamada de una sirena.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Cuentos de un minuto

Clave de lectura: Cuentos cortos con gran sentido del humor.
Valoración: Bueno ✮✮✮✮✩
Música: Vals «del minuto», de Fryderik Chopin ♪♪♪
Portada del libro Cuentos de un minuto, de István Örkény.

Venga, rapidito. Tenemos hoy por aquí al húngaro István Örkény y sus Cuentos de un minuto.

Los relatos cortos son un subgénero de doble filo, que lo mismo puede mostrar las miserias que la habilidad de sus cultivadores. En el espacio de unas pocas páginas, o incluso párrafos, hay que condensar un mundo.

El autor no se puede entretener con preliminares, explicaciones y complejas tramas. Tiene que ir directo al corazón del lector, ¡paf, paf!, y pegarle un par de amistosos sopapos para que abra los ojos, sorprendido.

Pues bien, Örkény sale más que airoso del reto. Esta recopilación es una buena muestra de su sentido del humor, expresado a través de un lenguaje que juega con lo absurdo, la ironía, los dobles sentidos, seguramente influido por la prohibición de publicar que sufrió por parte de las autoridades tras la fallida revolución del 56.
Movimiento revolucionario en Paraguay.

En Asunción, la capital del país, la división blindada número 3, considerando insuficiente su paga, se presentó frente al palacio presidencial. Después de un breve tiroteo echaron a López Burillo, el presidente de derechas, amigo de los Estados Unidos, de tendencias reaccionarias, y colocaron en su lugar a Aurelio Lapaz, de tendencias progresistas. Al cierre de nuestra edición, la población de la ciudad celebra con un desfile de antorchas la nueva derrota de la reacción en América del Sur.

Nuevo movimiento revolucionario en Paraguay.

Las fuerzas aéreas paraguayas que reclaman su paga, lanzaron un batallón de paracaidistas en el jardín del palacio presidencial. Después de un breve tiroteo lograron echar a Aurelio Lapaz, el presidente amigo de Estados Unidos, de tendencias derechistas, el cual apenas ocupó el cargo por tres cuartos de hora. El nuevo presidente es López Burillo, de pensamiento progresista, cuyo triunfo los habitantes de Asunción celebran con un desfile de antorchas, el cual continúa en el momento de cierre de esta edición.
Una obra a disfrutar.


jueves, 12 de noviembre de 2009

En el metro

El convoy parado en la vía hizo sonar un pitido. Iba a partir.

Los pasajeros que transbordaban desde la otra línea echaron a correr, desesperados por salvar el tramo de escaleras y alcanzarlo.

Trajes, vaqueros, tacones, zapatillas, bolsas con ordenadores portátiles, con monos de faena, carpetas llenas de apuntes...

En cada cara se veía la misma ansia: Tengo que llegar, tengo que extender el brazo y cruzar la meta. Allí hay asientos libres. Fuera de mi camino vosotros, yo lo conseguiré, yo...

La carrera, esquivándose a duras penas unos a otros, fue en vano. Todos vieron cómo se perdía su oportunidad cuando las puertas se cerraron.

Fue un momento de frustración, de imprecaciones silenciosas. Derrotados, tuvieron que humillarse ante ese tiempo arrebatado a sus vidas y esperar al próximo metro.

Tres minutos. Cada tres minutos llegaba uno.


Andén vacío del metro de Madrid.

sábado, 7 de noviembre de 2009

La mecánica del corazón

Clave de lectura: La historia de Jack y Miss Acacia, un cuento para niños grandes.
Valoración: ¡Qué bonito! ✮✮✮✮✮
Música: Edward Scissorhands, de Danny Elfman ♪♪♪
Portada del libro La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu.

Nieva sobre Edimburgo. Un frío gélido azota la ciudad. El viento es cortante. Los pájaros caen ateridos en pleno vuelo. Con imágenes como estas comienza Mathias Malzieu su relato.

Jack acaba de nacer en una cabaña sobre la cima del Arthur's Seat, durante la noche más fría de la historia. La doctora Madeleine, que asiste a la joven madre, consigue que el niño sobreviva uniéndole un reloj de cuco. Solo así latirá su frágil corazón.

Ese será el hogar en el que le abandonen, allí crecerá entre redomas y objetos llenos de magia, bajo la tutela de su salvadora y en compañía de Anna y Luna, dos prostitutas, y Arthur, un viejo borrachín.

No es fácil ser tan distinto, con dos agujas que sobresalen del pecho, un tic tac continuo, unos engranajes a los que debe dar cuerda cada jornada. No, nuestro amigo tiene poco a su favor.

Sin embargo, Jack desea parecerse a los demás. En vez de quedarse encerrado sin ver mundo, convence a la doctora para ir a la ciudad.

Ay, ¿quién es esa criatura que baila en la calle? ¿De quién es esa voz que canta, acelerando la maquinaria que le da la vida?

Lleva un vestido de plumas de ave, su cabello es largo y ondulado, su nariz chiquitilla y sus ojos inmensos, aunque los guiñe por no ponerse gafas, que le serían muy útiles para no tropezar. Dicen que viene de Granada. Miss Acacia…

Pero Madeleine le recuerda las tres reglas fundamentales si no quiere que el reloj haga correr cubitos de hielo y no sangre bajo su piel: no tocar las agujas, dominar su cólera y sobre todo, sobre todo, no enamorarse jamás.

Cuando tenga que dejar su casa, perseguido por una pelea en defensa propia, cuando tenga que viajar a escondidas a París y más al sur, cruzando los Pirineos, en compañía del prestidigitador y visionario Georges Méliès, ¿qué ocurrirá si consigue encontrar a Miss Acacia de nuevo, quizás en el Extraordinarium, ese viejo circo?

¿Y si sus palabras aturulladas hicieran brotar en ella un asomo de sonrisa? ¿Y si no se asustara del reloj al abrazarse? ¿Y si…?

¿Y si Joe, el antiguo rival que motivó su huida, apareciera con deseos de venganza?

Que sí, vale, que La mecánica del corazón no es más que un cuento para niños grandes, que hay cosas de verdad importantes que leer en el mundo, no sé, las secciones de política o de internacional de algún periódico.

Y sin embargo, que quede aquí entre nosotros, en voz baja…

¡Qué bonito!